Se multiplica por cinco el número de inmigrantes rechazados en los pasos fronterizos catalanes

La policía impidió la entrada de 37.289 extranjeros y expulsó a otros 920 el año pasado

El número de inmigrantes rechazados en los pasos fronterizos catalanes se disparó el año pasado hasta llegar a los 37.289, una cifra cinco veces mayor que la registrada el año anterior y que responde a la voluntad de impedir el paso a los extranjeros indocumentados. Según datos de la Delegación del Gobierno en Cataluña, a esta cifra hay que sumar 920 expulsiones de inmigrantes ya residentes en Cataluña, el doble que el año pasado. A pesar de ello, la población inmigrante aumentó un 22% el año pasado y alcanzó la cifra récord de 341.000 personas, el 5,3% de la población.

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El número de inmigrantes rechazados en los pasos fronterizos catalanes se disparó el año pasado hasta llegar a los 37.289, una cifra cinco veces mayor que la registrada el año anterior y que responde a la voluntad de impedir el paso a los extranjeros indocumentados. Según datos de la Delegación del Gobierno en Cataluña, a esta cifra hay que sumar 920 expulsiones de inmigrantes ya residentes en Cataluña, el doble que el año pasado. A pesar de ello, la población inmigrante aumentó un 22% el año pasado y alcanzó la cifra récord de 341.000 personas, el 5,3% de la población.

La mayor parte de los extranjeros rechazados lo fueron en el paso fronterizo de La Jonquera, aunque la policía también controló de cerca la línea ferroviaria que llega a España por la estación de Portbou. Esta vigilancia policial ha hecho de la provincia de Girona la primera de España en número de devoluciones de inmigrantes.

Fuentes oficiales señalan que la mayor parte de los extranjeros devueltos desde estos pasos fronterizos proceden de países del Este, y más concretamente de Rumania. Los inmigrantes de esta nacionalidad suponen casi el 60% de los extranjeros devueltos a Francia gracias al convenio de reciprocidad que existe con este país.

La delegada del Gobierno en Cataluña, Julia García-Valdecasas, defendió ayer en un comunicado la regulación de los flujos migratorios: "Los parámetros para contar con una inmigración ordenada, están definidos: la llegada de personas con ofertas de trabajo desde su país de origen para los sectores en que existen posibilidades de empleo no cubierto por ciudadanos españoles; el trabajo serio y comprometido en los temas de integración, y la persecución, coordinada en el ámbito europeo, de las mafias de inmigración ilegal".

Esta explicación no convence a los responsables de SOS Racismo. Esta organización sostiene que el hecho de que las devoluciones de inmigrantes se hayan quintuplicado demuestra "el fracaso" de la Ley de Extranjería aprobada por el Gobierno del PP en 2000. "Si el objetivo de esta ley era evitar el efecto llamada de inmigrantes, ¿cómo se explica que estén intentando entrar más personas que nunca?".

Expulsiones y devoluciones aparte, de los datos hechos públicos ayer por la Delegación del Gobierno se desprende que el año pasado fueron regularizados 61.500 extranjeros, la mayor parte de ellos familiares directos de inmigrantes ya establecidos en Cataluña. Es lo que se denomina proceso de reagrupación familiar, que los responsables de la Delegación del Gobierno defienden como "un buen método para ayudar a los inmigrantes a integrarse en la sociedad catalana".

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Por nacionalidades, los que más aumentan en porcentaje son los rumanos, comunidad que creció en un 58% y que ya cuenta con 5.194 personas establecidas en Cataluña. La presencia de senegaleses y dominicanos creció el 23% y la de los argentinos el 16%, mientras que la comunidad china aumentó un 15%. Sin embargo, los marroquíes siguen constituyendo el grupo más importante de inmigrantes con un total de 104.410 personas establecidas en Cataluña, el 11% más que el año pasado.

Los problemas de este último grupo de población y de otros inmigrantes procedentes de países bajo influencia del islam será, precisamente, una de las bases del congreso que SOS Racismo celebra este fin de semana en Barcelona. En opinión de sus responsables, los atentados del 11 de septiembre fueron el inicio de una ola de islamofobia que ha llegado a Cataluña en forma de rechazo a los lugares de culto de los musulmanes.

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