CATÁSTROFE ECOLÓGICA | El coste del mayor desastre en la historia de España

El voto del fuel deja herido al PP y anima a la izquierda

Ya han pasado tres meses y la cólera popular se ha aplacado, pero Nunca Máis sigue reuniendo a decenas de miles de personas y el presidente de la Xunta, Manuel Fraga, aún tiene que medir cada paso para no encontrarse con una protesta: ayer lo abuchearon en A Coruña los funcionarios de su propia Administración. El chapapote político es tan tenaz y pegajoso como el del océano, y el PP gallego no dispone de mucho tiempo para reaccionar. En otros tres meses habrá elecciones municipales, teñidas en Galicia de una significación especial. El Prestige ha destapado abiertamente la guerra ...

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Ya han pasado tres meses y la cólera popular se ha aplacado, pero Nunca Máis sigue reuniendo a decenas de miles de personas y el presidente de la Xunta, Manuel Fraga, aún tiene que medir cada paso para no encontrarse con una protesta: ayer lo abuchearon en A Coruña los funcionarios de su propia Administración. El chapapote político es tan tenaz y pegajoso como el del océano, y el PP gallego no dispone de mucho tiempo para reaccionar. En otros tres meses habrá elecciones municipales, teñidas en Galicia de una significación especial. El Prestige ha destapado abiertamente la guerra por suceder a Fraga, y un batacazo electoral no haría más que recrudecerla.

Las pocas encuestas que se van conociendo confirman el deterioro de la imagen del PP en Galicia. Difícilmente se podían buscar circunstancias peores para los populares, que han escenificado ante el público sus más feroces querellas internas y emborronado la leyenda de la indeclinable autoridad de Fraga. Pero ni el PP ni sus adversarios se fían de los sondeos. Ya lo avisaba hace unos días el presidente del PP de Ourense, José Luis Baltar: "Cuando la maquinaria del PP en Galicia se pone en marcha, nada puede pararla". Así ha venido ocurriendo en los 20 años de autonomía.

Regreso a la disciplina

A diferencia del Gobierno central, en la Xunta sí han rodado cabezas por la crisis. Dos directamente relacionadas con la catástrofe: la del consejero de Medio Ambiente, Carlos del Álamo, y de Política Territorial, Xosé Cuiña. A éste se le obligó a dimitir tras descubrirse que una empresa de su familia vendió material para limpiar el fuel. El episodio cerraba la larga pugna del PP nacional contra las aspiraciones de Cuiña de suceder a Fraga, un pulso que se hizo insostenible con la crisis del Prestige y la Xunta se dividió sobre el modo de hacerle frente. Tras levantar mucho ruido durante unos días, los partidarios de Cuiña han vuelto a la disciplina interna. Pero ya han dicho que hablarán tras las elecciones, sobre todo si el resultado no es bueno. Y han dejado aviso de que sus votos son imprescindibles para la estabilidad parlamentaria de Fraga.

El mapa electoral gallego es claro: socialistas y nacionalistas se necesitan mutuamente para derrotar al PP. Y el objetivo podría perfilarse en el horizonte si el chapapote alcanza las urnas el 25 de mayo.

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