Cartas al director

Viruela

Escucho una conversación ajena en un supermercado. Vuelve la viruela, dicen. Ya está la noticia en la calle. Menos mal que el Gobierno protector ha comprado vacunas preventivas. Como la guerra del petróleo. Si le atacan, Sadam nos destruirá con un virus histórico, y nos alarmamos mucho. Mientras, a nuestro lado siguen su marcha incansable los microbios vulgares, el sida, el cáncer, el reúma, los remedios alternativos que entretienen nuestro tedio y los accidentes. Todo, de pronto, pasado de moda, "fuera de onda".

Qué pesadez: los supervivientes de la colza reclamando aún, recordándonos ...

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Escucho una conversación ajena en un supermercado. Vuelve la viruela, dicen. Ya está la noticia en la calle. Menos mal que el Gobierno protector ha comprado vacunas preventivas. Como la guerra del petróleo. Si le atacan, Sadam nos destruirá con un virus histórico, y nos alarmamos mucho. Mientras, a nuestro lado siguen su marcha incansable los microbios vulgares, el sida, el cáncer, el reúma, los remedios alternativos que entretienen nuestro tedio y los accidentes. Todo, de pronto, pasado de moda, "fuera de onda".

Qué pesadez: los supervivientes de la colza reclamando aún, recordándonos que en nuestro país también hubo, hay y habrá desalmados intoxicados de ambición. Reservemos la vacuna, así estaremos distraídos. Y no estaría de más encargar un traje especial para protegernos de los fantasmas informativos que nos asfixian con armas químicas hechas por Alá. Como si nos faltaran las penas. Como si diera dicha el dolor.

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