OPINIÓN DEL LECTOR

Jiménez de Parga y las naciones

A punto estuve de sorprenderme al leer las declaraciones de todo un presidente del Constitucional. Pero en los tiempos que corren ya nada nos puede sorprender. Comete una aberración historiográfica al hablar de lo que eran los andaluces en el año 1000, puesto que nada tiene que ver el pueblo andaluz actual, que tiene su origen en una conquista cristiana y de habla castellana, con el Reino Nazarí de Granada, musulmán y de habla árabe.

Las naciones no existen porque sí (el señor Jiménez de Parga podría leer a Hroch, a Gellner o a Berlin para enterarse un poquillo). Se construyen sobre múl...

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A punto estuve de sorprenderme al leer las declaraciones de todo un presidente del Constitucional. Pero en los tiempos que corren ya nada nos puede sorprender. Comete una aberración historiográfica al hablar de lo que eran los andaluces en el año 1000, puesto que nada tiene que ver el pueblo andaluz actual, que tiene su origen en una conquista cristiana y de habla castellana, con el Reino Nazarí de Granada, musulmán y de habla árabe.

Las naciones no existen porque sí (el señor Jiménez de Parga podría leer a Hroch, a Gellner o a Berlin para enterarse un poquillo). Se construyen sobre múltiples cimientos: una historia, una lengua y su cultura, una identidad... Pero sobre todo, se sustenta en una voluntad de ser.

No es motivo el haber plebiscitado un estatuto durante la república para que un territorio sea nación histórica. El pueblo valenciano no plebiscitó el suyo, porque un sátrapa interrumpió la vida democrática un 18 de julio. Pero el País Valenciano también tiene muchos fundamentos (históricos, culturales, lingüísticos e identitarios) para considerarse nación histórica. Y cuenta con la dirección de lo más granado de la intelectualidad valenciana, pero le ha fallado siempre la guía de las clases dirigentes, políticas y económicas. Todo esto lo ignora Jiménez de Parga, que habla de un agravio con las demás regiones. Esas regiones pertenecen a otra nación: la castellana. El problema radica en que esa nación se ha intentado imponer en los demás pueblos de España, desde Isabel la Católica hasta Aznar. Nacionalistas, en el Estado español, somos casi todos, porque el españolismo es también un nacionalismo (castellano).

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