OPINIÓN DEL LECTOR

Toro Sentado y el medio ambiente

Ante de nada, vaya mi admiración, mi respeto y mi gratitud a todos esos miles de voluntarios anónimos, de procedencias, profesiones y edades tan diversas, que son la principal fuerza de choque, ya conocida como marea blanca, contra esa otra marea negra que ya ha acabado con prácticamente toda la riqueza económica y ecológica de parte de nuestro país (no es sólo Galicia). Pero no voy a redundar en algo que ya todos saben -aunque aún haya quien no lo quiere reconocer- y sobre lo que se ha escrito suficientemente; no, mi reflexión es otra, o mejor, varias:

¿Cuándo se va a dejar de c...

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Ante de nada, vaya mi admiración, mi respeto y mi gratitud a todos esos miles de voluntarios anónimos, de procedencias, profesiones y edades tan diversas, que son la principal fuerza de choque, ya conocida como marea blanca, contra esa otra marea negra que ya ha acabado con prácticamente toda la riqueza económica y ecológica de parte de nuestro país (no es sólo Galicia). Pero no voy a redundar en algo que ya todos saben -aunque aún haya quien no lo quiere reconocer- y sobre lo que se ha escrito suficientemente; no, mi reflexión es otra, o mejor, varias:

¿Cuándo se va a dejar de considerar a los conservacionistas -también llamados, a veces con tinte despectivo, ecologistas- como unos melenudos, desocupados, empeñados en protestar por sistema contra todo?

¿Cuándo el gran público, en general, y muy especialmente las autoridades competentes se van a dar cuenta de que hoy ha sido el Prestige, ayer fueron el Erika o el Cason, que también hubo un Chernóbil, un Mururoa, un Hiroshima, que sigue habiendo cambio climático, agujero en la capa de ozono, efecto invernadero, deforestación feroz en todo el planeta?

¿Cuándo la ciudadanía, y especialmente sus dirigentes, se darán cuenta de que la ecología no es una utopía propia de románticos idealistas, sino una ciencia con repercusiones sociales y económicas inevitables y muchas veces irreversibles?

Por cierto, hablando de dirigentes competentes, y a riesgo de pecar de tecnócrata: ¿por qué no nos vamos acostumbrando a escuchar a quienes de verdad entienden de lo que hablan en sus diferentes especialidades, en lugar de creernos lo que dicen individuos apellidados, pongamos por caso Aznar, Rajoy, Zapatero, entre otros paladines de la ineptitud más manifiesta, cuyas únicas habilidades son..., bueno, supongo que alguna tendrán, (y no nos engañemos, lo único que les diferencia es el logotipo del que viven).

¿Por qué permitimos que una pandillas de incompetentes e ineptos personajes decidan nuestros intereses bajo el único baremo de los suyos propios?

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Y luego está el tema de las responsabilidades. ¿Cómo van a reaccionar las autoridades competentes? ¿Van a aplicar la ley con todas las consecuencias como suelen hacer con el ciudadano de a pie, o van a aplicar el plan B reservado a grandes corporaciones y personajes poderosos y todo va a quedar en un simple "qué barbaridad"?

Permítaseme acabar mi reflexión parafraseando al jefe indio Sitting Bull (Toro Sentado, para los amigos) cuando al ser vencido por el General Custer le dijo: "Cuando hayáis talado el último árbol, secado el último río y pescado el último pez, os daréis cuenta de que el dinero no se puede comer". Ahora que cada uno saque sus propias conclusiones, después de todo yo no soy quién para decirle a nadie cómo ha de pensar.

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