Impuestos y elecciones

Se acabó el impuesto sobre la propiedad que el SPD quería introducir para gravar a los más ricos en Alemania. El canciller Gerhard Schröder anunció ayer que parte del dinero que confía en recaudar con la amnistía a los evasores fiscales se invertirá en mejorar la educación. A cambio, varios Estados gobernados por los socialdemócratas del SPD renuncian a introducir este impuesto a la propiedad, que había desatado una considerable polémica en el país y había incluso llevado al canciller a amenazar con la dimisión.

La tensión era elevada. Conocidos empresarios, entre ellos el presidente de...

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Se acabó el impuesto sobre la propiedad que el SPD quería introducir para gravar a los más ricos en Alemania. El canciller Gerhard Schröder anunció ayer que parte del dinero que confía en recaudar con la amnistía a los evasores fiscales se invertirá en mejorar la educación. A cambio, varios Estados gobernados por los socialdemócratas del SPD renuncian a introducir este impuesto a la propiedad, que había desatado una considerable polémica en el país y había incluso llevado al canciller a amenazar con la dimisión.

La tensión era elevada. Conocidos empresarios, entre ellos el presidente de Infineon, el sexto fabricante mundial de chips, habían amenazado con abandonar Alemania si el nuevo impuesto prosperaba. El propio canciller se mostraba irritado por las continuas propuestas de nuevos impuestos que generaban los dirigentes de su partido. Hasta que estalló en la ejecutiva del partido, amenazó con dimitir, y aseguró, entre gritos: "Subiendo los impuestos no se ganan elecciones".

Pero tras la llamada al orden, las cajas seguían vacías, y los Estados federales aseguran que no pueden hacer frente a todas sus obligaciones. El impuesto a la propiedad que planeaban, un 1% sobre todos los bienes a partir de un millón de euros (para una familia con dos hijos), hubiese recaudado unos 8.000 millones de euros, y hubiese solucionado sus problemas.

Pero la ley, tal como estaba redactada, también incluía a las empresas, que cada año hubiesen tenido que pagar un 1% sobre sus bienes, independientemente de que su cuenta de resultados fuese positiva o negativa. Aquí vino la rebelión, y el enfado del canciller. El plan presentado ayer por Schröder tiene la ventaja de que en realidad, aportará dinero a Hacienda, pero sin subir impuestos. En realidad, es una rebaja. Sobre todo para los más ricos. El canciller trata de aplicar el viejo principio de que se recaudará más si el contribuyente no tiene la sensación de que los tipos a los que se enfrenta son confiscatorios. Sólo falta que funcione.

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