Un foro de intelectuales propone un presidente europeo de poder simbólico

Políticos, académicos y periodistas concluyeron este fin de semana una reunión de dos días sobre el futuro de Europa, la necesidad de clarificar sus instituciones y definir sus necesidades políticas en el contexto creado por la Convención que preside el ex jefe del Estado francés Valéry Giscard d'Estaing, cuya misión es la de redactar un borrador de Constitución europea. La Convención Europea, que comenzó a funcionar el 15 de diciembre del pasado año, debe terminar sus trabajos a lo largo del año 2003. La Convención Europea está integrada por un total de 105 miembros, que representan a los Gob...

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Políticos, académicos y periodistas concluyeron este fin de semana una reunión de dos días sobre el futuro de Europa, la necesidad de clarificar sus instituciones y definir sus necesidades políticas en el contexto creado por la Convención que preside el ex jefe del Estado francés Valéry Giscard d'Estaing, cuya misión es la de redactar un borrador de Constitución europea. La Convención Europea, que comenzó a funcionar el 15 de diciembre del pasado año, debe terminar sus trabajos a lo largo del año 2003. La Convención Europea está integrada por un total de 105 miembros, que representan a los Gobiernos, los parlamentos nacionales, el Parlamento Europeo y las Cámaras de los países candidatos.

Las jornadas estuvieron presididas por el profesor José Vidal Beneyto y a ellas asistieron, entre otras personalidades, el ex ministro socialista francés Robert Badinter -que presentó un proyecto personal de Constitución-, los socialistas españoles Enrique Barón y José Borrell, populares como Gabriel Cisneros y Jorge Moragas, e Íñigo Méndez de Vigo, que se halla integrado en el llamado presidium de los trabajos de la Convención.

El consenso más amplio se hizo en torno a la necesidad de establecer en el futuro poderes efectivos y delimitados, especialmente en lo tocante al Ejecutivo y al Legislativo. En ese sentido, se apuntó la idea de que, ante la dificultad de designar o elegir en el futuro un presidente para Europa que no resultara nacionalmente divisivo, cabría concebir esta magistratura como una posición simbólica por encima de la cosa política, con un jefe de Gobierno efectivo.

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