Tribuna:EL PLAN DE IBARRETXE

Pro diálogo

1. El plan que el lehendakari ha puesto sobre la mesa es un proyecto abierto, pues requiere para su concreción la elaboración de un texto articulado (en el plazo aproximado de un año) y la posterior celebración de un referéndum, previa normalización de la convivencia ciudadana. Se podrá disentir de su contenido, pero difícilmente podrá negarse, al menos de buena fe, que se trata de una alternativa seria y audaz, y, como tal, merece al menos una reflexión atenta.

2. La legitimidad del plan del lehendakari es innegable: ha sido elaborado por la más alta representación políti...

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1. El plan que el lehendakari ha puesto sobre la mesa es un proyecto abierto, pues requiere para su concreción la elaboración de un texto articulado (en el plazo aproximado de un año) y la posterior celebración de un referéndum, previa normalización de la convivencia ciudadana. Se podrá disentir de su contenido, pero difícilmente podrá negarse, al menos de buena fe, que se trata de una alternativa seria y audaz, y, como tal, merece al menos una reflexión atenta.

2. La legitimidad del plan del lehendakari es innegable: ha sido elaborado por la más alta representación política de la Comunidad Autónoma Vasca, asumido por los tres partidos políticos que la gobiernan y presentado al Parlamento vasco. Es imposible exigir más.

El terrorismo no debe ser excusa para dejar de explorar caminos que nos saquen de este túnel

3. Sin embargo, las fuerzas autodenominadas constitucionalistas han desestimado el plan desde el principio, dedicándole todo tipo de improperios, sin la más mínima matización crítica. Aunque esta postura es coherente con la trayectoria iniciada por estas fuerzas en 1998, no dejan de sorprender la rotundidad y la unanimidad sin fisuras de su condena.

4. La mera enunciación de los epítetos utilizados en la condena del plan del lehendakari ocuparía más espacio que la exposición de nuestra visión del asunto. Más lamentable es la campaña de agresión orquestada desde determinados medios de comunicación estatales. El ejemplo de Miguel Herrero de Miñón no es sino uno entre muchos, pero lo citaremos porque nos parece significativo del procedimiento por medio del cual se pretende instalar el pensamiento único. Padre de la Constitución y miembro del Partido Popular, Herrero de Miñón había expresado en un periódico [EL PAÍS, 2 de octubre de 2002] su opinión favorable a la propuesta de Ibarretxe. De nada le ha servido su curriculum anterior, porque el mero hecho de expresar esa opinión le ha hecho merecedor de calificativos como 'babosa, nazi, mercenario, resentido...'.

5. Este procedimiento nos deja fuera del ámbito de la democracia civilizada. No hay aquí ni rastro de la objetividad y tranquilidad con que se desarrollan las conversaciones entre Canadá y la provincia de Québec, entre el Reino Unido y la República de Irlanda, entre el Reino de Bélgica y sus diversas comunidades culturales. El tratamiento político informativo dado en España a la propuesta del lehendakari es más propio de la Europa de entreguerras que de esta Europa que se proclama como la Europa de las libertades y los derechos humanos.

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6. El terrorismo, lo hemos dicho hasta la saciedad, es un obstáculo para el desarrollo normal del diálogo. Pero también hemos dicho, y volvemos a repetir, que no puede ni debe utilizarse como excusa para dejar de explorar cualquier camino que pudiera conducirnos a la salida de este oscuro túnel.

7. El diálogo entre todos, sin exclusión alguna, es hoy más necesario que nunca, en la medida en que es una de las vías que pueden contribuir a cambiar la situación actual, que casi todos juzgamos insostenible. Habrá que afrontar el diálogo con realismo y sensatez, pero también con valentía e imaginación, porque sólo así será posible encontrar una salida para nuestro pueblo. Ya que la sociedad vasca es plural -y así se ha manifestado reiteradamente- habrán de tenerse en cuenta todas las sensibilidades y propuestas, incluida, por supuesto, la del propio lehendakari.

8. Negarse a participar en este debate o rechazar de antemano la posibilidad misma de cualquier debate nos parece en este momento una postura suicida, porque nos condena a seguir instalados en la crispación y a asistir a la degradación progresiva de nuestra convivencia. Y, lo que es peor, corremos el riesgo de hacer pagar a nuestros hijos la factura de nuestra irresponsabilidad. Aún estamos a tiempo para dialogar. Hagámoslo ya: mañana puede ser demasiado tarde.

Además de Amaia Lizarralde y Xavier Ezeizabarrena suscriben este artículo otros 36 miembros del Colectivo Ilarra: Sabino Ayestarán, Carlos Coello, Jose Allende, Xabier Kintana, Petxo Idoyaga, Joxerra Garzia, Mikel Zurbano, Jaime Pastor, Lontxo Oihartzabal, Francisco Garmendia, Lola Valverde, Gregorio Monreal, Jesús Ibáñez, Mikel Gomez Uranga, Iñako Perez Iglesias, Francisco Letamendia, Joseba Goñi, Juan Igartua, Jose Ignacio Ruiz de Olabuénaga, Juan Hernández Zubizarreta, Mikel De la Fuente Lavin, Angel Gaminde, Jose Landaluce, Javier Sádaba, Fernando Plazaola, J. M. Pitarke, Pedro Ibarra, Iñaki Gurrutxaga, Maite Erro, Marisol Bastida, Maite Ansa, Andolin Eguzkitza, Esther Torres, y Txema Zumalabe.

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