Aviones militares se suman a la caza del 'asesino del tarot'

El Ejército se ha unido a la búsqueda del francotirador que aterroriza Washington desde hace dos semanas. El secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, dio el martes su autorización para que aviones de reconocimiento, como los utilizados en Afganistán, sobrevuelen la capital de EE UU y aporten las imágenes obtenidas a la policía. Los aviones son capaces de filmar de noche y de captar, gracias a unos sensores de infrarrojos, el fogonazo de un disparo en tierra.

Un portavoz del Pentágono indicó que la intervención del Ejército respetará la ley Posse Comitatus, que desde el siglo XIX i...

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El Ejército se ha unido a la búsqueda del francotirador que aterroriza Washington desde hace dos semanas. El secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, dio el martes su autorización para que aviones de reconocimiento, como los utilizados en Afganistán, sobrevuelen la capital de EE UU y aporten las imágenes obtenidas a la policía. Los aviones son capaces de filmar de noche y de captar, gracias a unos sensores de infrarrojos, el fogonazo de un disparo en tierra.

Un portavoz del Pentágono indicó que la intervención del Ejército respetará la ley Posse Comitatus, que desde el siglo XIX impide que los militares asuman funciones policiales. Los soldados evitarían tomar decisiones sobre recorridos o puntos de actuación preferente y cederían toda la información al FBI. Las mismas cautelas fueron empleadas durante los Juegos Olímpicos de Invierno de Salt Lake City, el año pasado.

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Más de 400 agentes del FBI, 250 de otras agencias federales y cientos de policías de Washington, Maryland y Virginia trabajan en la persecución del asesino. Utilizan controles de carretera, helicópteros, perros rastreadores y todos los recursos a su alcance, sin resultados hasta ahora. El talento del asesino para esfumarse, incluso en situaciones de tráfico intenso, como ocurrió el martes, y a pesar de los controles policiales establecidos minutos después del crimen, causa asombro entre los investigadores. La policía se mostró optimista tras el último asesinato. Era el undécimo ataque, el noveno mortal. Linda Franklin, que trabajaba como analista en el FBI, murió en el acto por un disparo realizado a una distancia de 30 metros.

Varios testigos dijeron haber visto en acción al francotirador y observaron cómo huía del lugar en una furgoneta blanca o de color claro. Incluso anotaron la matrícula, que por la disparidad de números y letras aportados no parece haber resultado fiable. Y las descripciones físicas del asesino también resultan contradictorias. Dos personas dijeron que tenía la piel oscura y 'aspecto árabe', pero otra le atribuyó un cabello de color claro. Un portavoz policial declaró ayer que, por el momento, es imposible confeccionar un retrato-robot.

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