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¿Invertir en deuda?

La incertidumbre que rodea la situación económica, junto al reducido nivel de los tipos de interés a corto plazo, que incluso podrían tener un margen adicional de caída, han hecho que la renta fija haya vuelto a adquirir cierto atractivo como activo financiero. La diferencia entre la rentabilidad de un bono a 10 años y el tipo a un año se sitúa en torno a 1,5 puntos porcentuales. Sin embargo, la inversión institucional, y especialmente las entidades financieras, son muy reacias a adoptar decisiones de compra de deuda pública frente a activos a corto plazo.

La justificación teórica a est...

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La incertidumbre que rodea la situación económica, junto al reducido nivel de los tipos de interés a corto plazo, que incluso podrían tener un margen adicional de caída, han hecho que la renta fija haya vuelto a adquirir cierto atractivo como activo financiero. La diferencia entre la rentabilidad de un bono a 10 años y el tipo a un año se sitúa en torno a 1,5 puntos porcentuales. Sin embargo, la inversión institucional, y especialmente las entidades financieras, son muy reacias a adoptar decisiones de compra de deuda pública frente a activos a corto plazo.

La justificación teórica a esta recomendación puede acometerse desde los trabajos del galardonado premio Nobel Daniel Kahneman (junto con el fallecido Amos Tversky), en la 'Teoría de la Perspectiva' (Prospect Theory), y en su versión empírica, del Behavioral Finance, que desafía a la clásica teoría de la utilidad esperada, basada en la racionalidad del consumidor a la hora de adoptar decisiones.

Las entidades financieras son reacias a decidir la compra de deuda pública frente a los activos a corto plazo

Según esta teoría, las 'preferencias psicológicas' determinan el comportamiento de los agentes. En concreto, resulta más dañino el riesgo de perder que el de dejar de ganar, o más bien, que los resultados adversos puedan ser atribuidos a decisiones más que a omisiones. En el caso que nos ocupa, la posiblidad de una caída en el precio de los bonos, y el consiguiente impacto negativo sobre el resultado de la operación, provoca que el inversor prefiera no adoptar una estrategia de compra, a pesar de que el resultado, ponderado por probabilidad, de las ganancias (en caso de acertar) y de las pérdidas (en caso de fallar) de comprar, sea beneficioso. En definitiva, el inversor, cuando está ante la posibilidad de adoptar dos decisiones: una de ellas en la que con absoluta certeza no gana, pero tampoco pierde (no comprar deuda pública en el contexto actual), y otra en la que puede ganar, aunque exista una pequeña probabilidad de perder (caso de decidir adoptar una posición compradora de bonos), siendo el resultado global más favorable, tiende a adoptar la primera.

Ángel Berges y Alfonso García Mora son socios de Analistas Financieros Internacionales.

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