Más de 50 peregrinos mueren al caer un autobús en Argentina

Los ancianos volvían en un vehículo sin licencia de cumplir su promesa a la Virgen

'¡Agárrense, que me quedé sin frenos!', gritó el conductor antes de que el autobús, en descenso y a toda velocidad, se despeñara más de cien metros por un abismo de la peligrosa cuesta del Totoral, a unos 75 kilómetros de la capital de la provincia de Catamarca, al noroeste del país. Al menos 51 de los 72 pasajeros de una excursión programada para cumplir con los votos y promesas hechas a la Virgen milagrosa del valle de Catamarca murieron la noche del domingo en el mayor accidente de carretera que se recuerde en Argentina.

Los peregrinos regresaban a Concepción, en la vec...

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'¡Agárrense, que me quedé sin frenos!', gritó el conductor antes de que el autobús, en descenso y a toda velocidad, se despeñara más de cien metros por un abismo de la peligrosa cuesta del Totoral, a unos 75 kilómetros de la capital de la provincia de Catamarca, al noroeste del país. Al menos 51 de los 72 pasajeros de una excursión programada para cumplir con los votos y promesas hechas a la Virgen milagrosa del valle de Catamarca murieron la noche del domingo en el mayor accidente de carretera que se recuerde en Argentina.

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Los peregrinos regresaban a Concepción, en la vecina provincia de Tucumán. Entre ellos había 'muchos niños y gente mayor, matrimonios de jubilados', según confirmó ayer la juez María del Milagro Vega después de recorrer la zona y de iniciar la investigación de las causas del accidente.

De los 21 heridos ingresados en hospitales de Catamarca con fracturas, contusiones, golpes y lesiones internas, al menos cinco se encuentran 'muy graves' y uno permanecía ayer por la tarde en estado de coma. El médico de guardia Ernesto Martínez confirmó que José Luis Juárez, uno de los dos conductores, había logrado sobrevivir y fue él quien advirtió a los pasajeros de que fallaban los frenos del autobús.

El descuido, la crisis económica y la imprevisión, ajustaron el mecanismo de la trampa mortal. El autobús, de la empresa Loyola Hermanos, con sede en la ciudad tucumana de Alberdi, como tantos que circulan por la región, no estaba registrado ni autorizado para el transporte de pasajeros por la delegación en Tucumán de la Comisión Nacional de Regulación del Transporte (CNRT), porque no se había presentado a cumplir con los controles de rutina.

Todo indica que los devotos de la Virgen, la mayoría de ellos miembros de una organización de jubilados que no cobran más de 200 pesos mensuales de pensión - unos 40 euros-, contrataron el servicio porque les fue ofrecido a un coste menor. La zona del accidente es boscosa, la ruta nacional 38 no tiene suficiente iluminación ni señales de prevención, y en varios sitios peligrosos ni siquiera cuenta con la protección adecuada. El autobús, de 52 asientos, iba sobrecargado, con pasajeros de pie y niños sentados en las faldas de sus madres.

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Los primeros socorristas encontraron a los cadáveres y a los heridos dispersos por toda la zona del accidente, debido a los sucesivos impactos contra los troncos y el suelo al rodar en la caída. El autobús se desbarrancó a toda velocidad y parte de la estructura principal quedó colgada de los árboles.

Tucumán, la provincia conocida popularmente como El Jardín de la República, uno de los distritos del país más afectados por el desempleo, la pobreza y la desnutrición infantil, ya había padecido una tragedia similar que causó 38 muertos el miércoles 12 de enero de 2000, cuando un autobús colmado de turistas que se dirigían hacia las playas atlánticas de Camboriu chocó en una ruta del Estado brasileño de Santa Catarina. El gobernador Julio Miranda decretó tres días de luto en toda la provincia y ordenó una investigación del accidente. El Gobierno obligará ahora a la revisión y control de todos los autobuses con matrícula de la provincia.

Los equipos de rescate ayudan a salir a algunos pasajeros supervivientes del autobús accidentado. PLANO GENERAL - ESCENAREUTERS

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