Una operación ventajosa para la Iglesia y el Gobierno

La canonización del indio Juan Diego reunió ayer todos los elementos de una operación político-religiosa de gran envergadura, con la que la milenaria institución católica obtiene un protagonismo en la vida pública mexicana sin precedentes en el último siglo de la convulsa historia del país. Al mismo tiempo, el presidente Vicente Fox, duramente criticado por la falta de resultados en el plano económico y social en su primer año de mandato, recibe en este baño de multitudes, al lado de Papa, un importante espaldarazo popular.

El tono patriótico y entusiasta de la acogida al Pontífice, en ...

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La canonización del indio Juan Diego reunió ayer todos los elementos de una operación político-religiosa de gran envergadura, con la que la milenaria institución católica obtiene un protagonismo en la vida pública mexicana sin precedentes en el último siglo de la convulsa historia del país. Al mismo tiempo, el presidente Vicente Fox, duramente criticado por la falta de resultados en el plano económico y social en su primer año de mandato, recibe en este baño de multitudes, al lado de Papa, un importante espaldarazo popular.

El tono patriótico y entusiasta de la acogida al Pontífice, en esta su quinta visita a México, había quedado de manifiesto ya en el recibimiento espectacular que le dispensó el día anterior el presidente Fox en el hangar presidencial del aeropuerto Benito Juárez, hasta el que penetró el avión papal. Miles de personas agitando banderas vaticanas saludaron al maltrecho Pontífice con las palabras 'Juan Pablo, ya eres mexicano', y en la pantalla de televisión gigante aparecieron fundidos el rostro de Karol Wojtyla y la bandera mexicana.

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El Papa agradeció a los mexicanos su hospitalidad y la fidelidad a la Iglesia. 'En ese camino continuad siendo fieles, alentados por los maravillosos ejemplos de santidad surgidos en esta noble nación'. Fox, que resumió en su discurso los logros de su mandato, habló con entusiasmo de un nuevo México más democrático en el que se respira un nuevo clima de libertad religiosa. El presidente se inclinó ante el líder espiritual de los católicos y besó el anillo obispal dando pie a una inevitable polémica sobre el sentido de un gesto que choca con el carácter laico de la república mexicana. En la misa de ayer, en cambio, Fox no comulgó.

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