Editorial:

Teléfonica suelta lastre

Poco a poco las empresas de telecomunicaciones están pagando la onerosa factura de la aventura de UMTS, la tecnología de telefonía móvil de tercera generación que iba a constituir el gran negocio de las telecomunicaciones en el primer lustro del siglo XXI. En los países europeos las empresas pagaron más de 100.000 millones de euros por licencias cuya rentabilidad a corto plazo ha sido ruinosa, puesto que la tecnología UMTS no está aún disponible y nadie se atreve a adelantar una fecha probable de comercialización. La tierra de promisión del UMTS que los gobiernos europeos se apresuraron...

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Poco a poco las empresas de telecomunicaciones están pagando la onerosa factura de la aventura de UMTS, la tecnología de telefonía móvil de tercera generación que iba a constituir el gran negocio de las telecomunicaciones en el primer lustro del siglo XXI. En los países europeos las empresas pagaron más de 100.000 millones de euros por licencias cuya rentabilidad a corto plazo ha sido ruinosa, puesto que la tecnología UMTS no está aún disponible y nadie se atreve a adelantar una fecha probable de comercialización. La tierra de promisión del UMTS que los gobiernos europeos se apresuraron a explotar en forma de licencias de explotación vendidas a precios astronómicos se ha convertido en un penoso lastre que está llevando a las empresas al borde del abismo financiero. Es una de las causas de la crisis bursátil en los últimos dos años.

Telefónica anunció ayer una decisión radical para cicatrizar la herida dolorosa del UMTS. Alierta y su equipo financiero han provisionado los pagos realizados por las licencias de explotación adquiridas en Alemania, Italia, Suiza y Austria (más de 4.800 millones de euros), han congelado los negocios de telefonía móvil de última generación en Europa y han reducido su colosal endeudamiento en 3.100 millones de euros en el primer semestre de este año. El resultado ha situado su cuenta de resultados en un nivel espectacular de pérdidas (-5.500 millones de euros en el semestre), pero, a cambio, Telefónica cancela los antecedentes ruinosos que lastraban las expectativas de negocio de la compañía.

El riesgo de este ajuste contable, ejecutado con rapidez y discreción, era mayor después de que la compañía se hubiese visto obligada a admitir que, con las normas contables de Estados Unidos, los beneficios españoles de 2.100 millones de euros se convertían en unas pérdidas de 7.100 millones de euros.

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El tiempo dirá si la decisión de Alierta es eficaz; pero por el momento Telefónica parece hoy en mejor disposición que ayer para recuperar la senda de los beneficios crecientes. Así lo han interpretado los mercados, no tanto por el ajuste contable, sino por el mensaje implícito de que Telefónica se va a concentrar en las áreas de negocio que conoce -la telefonía fija y móvil- y en las zonas geográficas donde puede aplicar una gestión directa, prescindiendo de las aventuras europeas.

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