Las siete mujeres ordenadas sacerdotisas en Austria desafían al Vaticano

Las siete mujeres ordenadas sacerdotisas por un arzobispo argentino cismático desafiaron ayer al Vaticano al rechazar las amenazas de excomunión de la Santa Sede del pasado miércoles. 'No hemos cometido ningún crimen que pueda ser castigado con la excomunión. No hemos roto con la fe, ni expandido la herejía', declararon los portavoces de las siete religiosas, Gisela Forster y Christine Mayr-Lumetzberger, en un comunicado transmitido a la agencia de noticias católica Kathpress, con sede en Viena.

El pasado 29 de junio, cuatro alemanas, dos austriacas y una estadounidense fueron ordenadas...

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Las siete mujeres ordenadas sacerdotisas por un arzobispo argentino cismático desafiaron ayer al Vaticano al rechazar las amenazas de excomunión de la Santa Sede del pasado miércoles. 'No hemos cometido ningún crimen que pueda ser castigado con la excomunión. No hemos roto con la fe, ni expandido la herejía', declararon los portavoces de las siete religiosas, Gisela Forster y Christine Mayr-Lumetzberger, en un comunicado transmitido a la agencia de noticias católica Kathpress, con sede en Viena.

El pasado 29 de junio, cuatro alemanas, dos austriacas y una estadounidense fueron ordenadas en un barco que recorría el Danubio por Rómulo Braschi, arzobispo argentino y fundador de la Iglesia católica apostólica carismática del Rey Jesús. El 10 de julio, el Vaticano amenazó a las siete mujeres con excomulgarlas, aunque advirtió de que 'esta medida no será tomada si la mujeres aceptan la nulidad de su ordenación y reconocen públicamente su error'. 'El castigo de la excomunión no puede ser utilizado contra nosostros', replicaron ayer los portavoces de las mujeres sacerdotisas. 'No conocemos ninguna Constitución divina de la Iglesia que diga que los hombres pueden ser ordenados sacerdotes y que las mujers no pueden serlo. En la Biblia, la benevolencia de Jesús el Cristo hacia las mujeres está expresada claramente', subrayaron.

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La dura reacción de la Santa Sede a estas ordenaciones se debe al hecho de que Braschi, de 60 años, es un arzobispo que fue consagrado en la Iglesia católica y que luego decidió casarse y fundar su propia Iglesia, cismática con respecto a Roma, según los expertos del Código de Derecho Canónico.

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