Detenido uno de los encerrados al salir del hospital

El juez ordena la expulsión de nueve inmigrantes arrestados cuando iban a sumarse a la protesta

El temor de Karim Kabbali, de 20 años, se confirmó. El marroquí, que se había negado el martes a abandonar el encierro de la Universidad Pablo de Olavide después de romperse un dedo por miedo a una detención policial, ingresó anoche en los calabozos de la Jefatura Superior de Policía de Sevilla. El inmigrante había accedido a salir del recinto -en el que permanecen encerrados desde el lunes entre 400 y 500 inmigrantes- ante la insistencia del personal médico del campus y de varios voluntarios, preocupados ante el empeoramiento de la lesión del marroquí.

La policía paró la ambulancia de ...

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El temor de Karim Kabbali, de 20 años, se confirmó. El marroquí, que se había negado el martes a abandonar el encierro de la Universidad Pablo de Olavide después de romperse un dedo por miedo a una detención policial, ingresó anoche en los calabozos de la Jefatura Superior de Policía de Sevilla. El inmigrante había accedido a salir del recinto -en el que permanecen encerrados desde el lunes entre 400 y 500 inmigrantes- ante la insistencia del personal médico del campus y de varios voluntarios, preocupados ante el empeoramiento de la lesión del marroquí.

La policía paró la ambulancia de Cruz Roja que le transportaba hacia un centro sanitario, aunque la detención de Karim Kabbali sólo se consumó a su salida del hospital Virgen del Rocío, donde apenas permaneció media hora.

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Además, el juez de guardia de Sevilla ordenó la expulsión de nueve de los 41 extranjeros detenidos en la capital andaluza entre los pasados martes y miércoles. Éstos, la mayoría de nacionalidad marroquí, pasaron la noche de ayer en el centro de internamiento de extranjeros de Málaga y hoy mismo saldrán de España.

En relación con el encierro, destaca la notable intensificación de los controles policiales en los accesos al campus. El operativo policial avanza una estrategia por parte del Gobierno que busca el desgaste de los encerrados, la mayoría en situación irregular, a los que ya se ha advertido de que serán detenidos y en su caso expulsados del país en cuanto pongan un pie fuera del campus. Se busca, según fuentes policiales, crear una sensación de aislamiento entre los encerrados.

El dispositivo perimetral está formado por 18 agentes en cada uno de los tres turnos de ocho horas en los que han dividido el día. Estos agentes tienen orden de parar a algunos coches particulares e identificar a sus ocupantes, así como inspeccionar los maleteros. Incluso los autobuses de línea urbana en los que los estudiantes acceden a la universidad tuvieron ayer que parar para ser revisados por los efectivos policiales, que identificaban a alumnos, profesores y empleados. La rectora de la Pablo de Olavide, Rosario Valpuesta, aseguró que ha recibido algunas quejas de miembros de la comunidad universitaria sobre los inconvenientes que están causando los controles en los accesos. A primera hora de la mañana de ayer se formaron retenciones de vehículos en los accesos a la universidad que llegaron a los dos kilómetros.

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El sellado del campus, con la espectacular y polémica detención

a caballo, el lunes, de uno de los inmigrantes, está teniendo el efecto deseado por Interior. Si entre el martes y el miércoles la policía detuvo a 41 inmigrantes irregulares que pretendían sumarse al encierro, ayer fueron tan sólo cuatro.

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