Tribuna:LA REFORMA DE LA PESCA

¿Por qué necesita Europa una política pesquera sostenible?

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Es una perogrullada decir que no puede haber pesca sin peces. Debería también ser evidente para todo el mundo que la política pesquera europea no ha logrado impedir el agotamiento de las mismas poblaciones de peces de las que depende la pesca. Una reforma completa de la Política Pesquera Común es, por lo tanto, inevitable y urgente.

En junio del año pasado, la Unión Europea aprobó una estrategia en favor del desarrollo sostenible. Desarrollo sostenible significa que, al satisfacer nuestras propias necesidades, no debemos agotar los recursos naturales de los que depende el bienestar de g...

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Es una perogrullada decir que no puede haber pesca sin peces. Debería también ser evidente para todo el mundo que la política pesquera europea no ha logrado impedir el agotamiento de las mismas poblaciones de peces de las que depende la pesca. Una reforma completa de la Política Pesquera Común es, por lo tanto, inevitable y urgente.

En junio del año pasado, la Unión Europea aprobó una estrategia en favor del desarrollo sostenible. Desarrollo sostenible significa que, al satisfacer nuestras propias necesidades, no debemos agotar los recursos naturales de los que depende el bienestar de generaciones futuras. Aquí es precisamente donde falla la gestión actual de los recursos pesqueros. En el Atlántico nororiental, más del 60% de todos los recursos pesqueros corren el peligro de agotarse. Algunas poblaciones de peces ya han desaparecido. La razón es simple: hay demasiados buques pescando una cantidad limitada de peces. Aunque el Consejo de Pesca fija cada año cuotas pesqueras, se han desoído demasiado a menudo los consejos científicos sobre cuánto podía sacarse de los mares sin causar desequilibrios. La Comisión calcula que la pesca de la UE debería disminuir entre un 30% y un 60% para poder ajustarse a los recursos disponibles, lo que no puede hacerse sin reducir el tamaño de la flota. Desgraciadamente, en lugar de ello, las subvenciones europeas han apoyado la construcción de barcos pesqueros cada vez más grandes y eficientes, y han contribuido, por tanto, al problema ya en el pasado: a duras penas podríamos calificar esta situación de uso racional del dinero de los contribuyentes en una situación de explotación excesiva. ¡La boca de algunas redes utilizadas hoy tienen más de tres kilómetros de circunferencia! Así pues, se está poniendo en peligro una abundante fuente natural de alimento e ingresos para mucha gente.

La situación es alarmante tanto desde el punto de vista económico como medioambiental
La desaparición del bacalao en el Atlántico noroccidental debería servirnos de advertencia

La situación también es alarmante desde un punto de vista estrictamente medioambiental. A principios de este año aparecieron docenas de delfines muertos en las playas de Inglaterra y Francia, víctimas de la pesca estacional de lubina en esa región. Éste es sólo un ejemplo del problema más amplio de la captura accesoria de especies marinas tales como delfines y otras similares a las que se captura y da muerte involuntariamente en las redes. Por la falta de observadores y de datos recogidos a bordo de los buques pesqueros, ni siquiera estamos seguros del alcance del problema. No obstante, sabemos que determinadas especies corren el riesgo de extinguirse debido a las prácticas actuales de pesca. Otras repercusiones de la pesca en el medio ambiente incluyen los daños provocados por los artes de pesca a los bancos coralinos y la contaminación del agua procedente de piscifactorías.

Al reformar la política pesquera de la UE, no se trata de primar el medio ambiente por encima de las consideraciones económicas y sociales ni de acabar con el sustento de los pescadores o de provocar el declive de regiones dependientes de la pesca, sino de hacer de la pesca una actividad ambiental, económica y socialmente sostenible. A lo largo de muchos años se han ido perdiendo puestos de trabajo en la pesca, y el sector pesquero ya está en crisis. El problema clave es que la flota pesquera actual es demasiado grande para las posibilidades de pesca que existen, y ello lleva a una baja rentabilidad y a unas condiciones económicas inestables. Una política cínica sería dejar que el problema se solucionase solo, al provocar automáticamente la disminución de las poblaciones de peces la contracción del sector pesquero. La alternativa es una reforma de la Política Pesquera Común que gestione la crisis reorientando las subvenciones hacia la eliminación de buques y la creación de nuevas perspectivas económicas para los pescadores y las regiones afectados. La experiencia de la pesca del bacalao en el Atlántico noroccidental debería servirnos de advertencia de lo que podría suceder si no se ataca de frente una crisis pesquera. La totalidad de la industria pesquera del bacalao en el este de Canadá desapareció cuando lo hicieron las poblaciones de bacalao, e incluso ahora, tras más de diez años, ni las poblaciones de peces ni la industria se han recuperado.

En el verano de este año, los líderes políticos se reunirán en la cumbre mundial sobre el desarrollo sostenible de Johannesburgo (Suráfrica) para dar un nuevo impulso a los esfuerzos internacionales para proteger el medio ambiente y a combatir la pobreza en los países en vías de desarrollo. El pescado es la principal fuente de proteínas para más de mil millones de habitantes de las regiones más pobres del mundo. La protección de este recurso significa proteger su sustento. La UE ha celebrado acuerdos pesqueros con muchos países en vías de desarrollo por los que los buques europeos pueden acceder a sus poblaciones de peces. Estos acuerdos se han criticado a menudo por provocar una sobreexplotación de los recursos y por la falta de control y cumplimiento. Al apoyar una mejor gestión de las actividades pesqueras internacionales, una reforma de la Política Pesquera Común puede hacer una contribución concreta al desarrollo sostenible mundial.

La reforma de la Política Pesquera Común figura en el orden del día, ya que parte de sus normas bajo el régimen actual expirarán a finales de este año. La Comisión Europea ha presentado sus propuestas, que algunos considerarán demasiado radicales. Pero sería miope hacer frente de cualquier manera a la crisis actual de la pesca sin solucionar el problema estructural subyacente de una flota pesquera demasiado grande. Sólo una nueva política coherente y a largo plazo que adecue la flota pesquera a los recursos pesqueros disponibles sentará la industria pesquera sobre bases económicas sanas, abordará las consecuencias sociales de la reestructuración, garantizará la gestión sostenible de las poblaciones de peces y protegerá el medio ambiente. Liderazgo político es lo que se pide de los responsables de la política pesquera.

Margot Wallström es miembro de la Comisión Europea, responsable de Medio Ambiente.

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