OPINIÓN DEL LECTOR

Antología del cinismo

Los criterios con los que la Consejería de Educación pretende aplicar el llamado 'requisito lingüístico' a los profesores que en las próximas oposiciones accedan a la enseñanza pública merecen formar parte de una antología del disparate o del cinismo.

No hablaremos de la negativa a aceptar la licenciatura en Filología Catalana, sino de otra medida que nos parece, también, extremadamente grave. Según la consejería, no necesitarán acreditar sus conocimientos de valenciano aquellos que hayan estudiado la asignatura en el antiguo BUP o en el actual Bachillerato.

Como profesores de Va...

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Los criterios con los que la Consejería de Educación pretende aplicar el llamado 'requisito lingüístico' a los profesores que en las próximas oposiciones accedan a la enseñanza pública merecen formar parte de una antología del disparate o del cinismo.

No hablaremos de la negativa a aceptar la licenciatura en Filología Catalana, sino de otra medida que nos parece, también, extremadamente grave. Según la consejería, no necesitarán acreditar sus conocimientos de valenciano aquellos que hayan estudiado la asignatura en el antiguo BUP o en el actual Bachillerato.

Como profesores de Valenciano que impartimos clase en un instituto queremos manifestar que el simple hecho de haber aprobado la asignatura de Valenciano no es ninguna garantía de competencia para impartir clases con la corrección y fluidez exigibles en un profesor. Si la enseñanza de una lengua se reduce a los límites de una asignatura, su dominio es imposible. Muchos de los alumnos que han aprobado la prueba de valenciano en la selectividad no saben hablar en valenciano, ni escribir con un poco de corrección. Esto es un hecho conocido por todos los profesores y conocido también por el consejero Manuel Tarancón. Entonces, ¿por qué no se exige un requisito tan simple como es aprobar el Nivell Mitjà de la Junta Qualificadora? ¿Alguien en su sano juicio defendería que cualquier alumno con el Bachillerato aprobado sabe bastante inglés para impartir clases de Historia en Londres, por ejemplo?

¿O de lo que se trata es de dificultar la entrada de personas procedentes de otras comunidades autónomas? Si se trata de eso, llámense a las cosas por su nombre.

Todos los que firmamos en la campaña a favor del requisito lingüístico, lo hicimos para garantizar que se pudieran impartir con calidad los programas de educación bilingüe. Pero la norma aprobada por la consejería no lo garantiza. Éste no es el requisito lingüístico que puede mejorar la calidad de la enseñanza. Esto es una nueva tomadura de pelo.

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