FÍSICA | Grandes instalaciones

Los promotores del sincrotrón español buscan crear un polo científico e industrial

España tendrá en 2008 una fuente de luz de sincrotrón propia. Será el mayor equipamiento científico del país a la par que una gran instalación perfectamente homologable internacionalmente. De él se espera, según sus promotores, que ayude a dinamizar a la comunidad científica española. El mundo académico y la industria serán sus principales usuarios.

Tras una inversión cercana a los 120 millones de euros para su construcción (y entre 10 y 15 millones de euros anuales de mantenimiento), por los 250 metros de circunferencia del sincrotrón circularán electrones con una energía de 2,5 gigael...

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España tendrá en 2008 una fuente de luz de sincrotrón propia. Será el mayor equipamiento científico del país a la par que una gran instalación perfectamente homologable internacionalmente. De él se espera, según sus promotores, que ayude a dinamizar a la comunidad científica española. El mundo académico y la industria serán sus principales usuarios.

Tras una inversión cercana a los 120 millones de euros para su construcción (y entre 10 y 15 millones de euros anuales de mantenimiento), por los 250 metros de circunferencia del sincrotrón circularán electrones con una energía de 2,5 gigaelectrovoltios (GeV), más que suficiente para resolver problemas complejos en los que sea preciso conocer las propiedades estructurales y electrónicas de la materia en 'prácticamente todas las áreas' de investigación, así como en el análisis de procesos de producción o en la implementación de nuevas formas de terapia médica.

De este modo resume el llamado informe Abela, de febrero de 2001, las aplicaciones de un sincrotrón de tamaño medio como el que va a construirse en terrenos próximos a la Universidad Autónoma de Barcelona. El informe, encargado por el Ministerio de Ciencia y Tecnología a una comisión internacional de expertos, advertía entonces de la necesidad de una instalación de este tipo, puesto que lo contrario 'condenaría a la comunidad científica española a desempeñar un papel secundario', y recomendaba su construcción con dos objetivos claros: mejorar la 'cantidad, calidad y variedad de la investigación' en España y ayudar a compensar 'el desequilibrio científico' existente entre el norte y el sur de Europa.

¿Satisfará esta gran instalación, la primera de su magnitud en España, las expectativas generadas? ¿Habrá suficientes usuarios como para compensar la enorme inversión necesaria? ¿Marcará el punto de inflexión que se presume en el sistema español de ciencia y tecnología? El informe Abela responde afirmativamente con rotundidad. Sus dos impulsores más destacados, los físicos Ramón Pascual y Joan Bordas, ambos de la UAB, creen exactamente lo mismo, aunque se expresan con mayor cautela. 'El sincrotrón en ciencia es equivalente al paso del microscopio convencional al electrónico', señalan. Su puesta en servicio en distintos países, añaden, 'ha permitido multiplicar por un factor de diez el número de usuarios procedentes tanto del mundo académico como del industrial'.

Usuarios

Según diversas estimaciones, en España existen en estos momentos algo más de 160 grupos de investigación que engloban a unos 800 científicos que en la actualidad deben desplazarse a otras fuentes de luz de sincrotrón para llevar a cabo sus experimentos. Están identificadas, además, unas 30 empresas capaces de participar en los procesos de construcción y desarrollo de una fuente propia. No hay, o no se han identificado, sin embargo, empresas usuarias en sentido estricto.

La falta de masa crítica suficiente, así como su elevado coste, ha valido como argumento, a lo largo de un decenio, para dilatar la decisión de su construcción. No obstante, razona Andreu Mas Colell, consejero de Universidades e Investigación en la Generalitat catalana y otro de los artífices de su logro, al menos en la etapa final, la construcción de una fuente propia tiene también una lectura 'estratégica'. 'Países de una gran tradición científica como Canadá', país que ha visitado recientemente, 'lo están construyendo en estos momentos', dice. La Generalitat se hará cargo del 50% de los costes de construcción y, previsiblemente, también de los de mantenimiento.

Bordas y Pascual coinciden en el análisis. 'Da lo mismo si primero fue el huevo o la gallina', dice el primero. La existencia de un sincrotrón, considera, suele ser debida a la existencia de una masa crítica de usuarios, 'pero en muchos casos ha sido a la inversa'. Alrededor de instalaciones de este tipo, asegura, han nacido empresas en ámbitos como la microelectrónica, la micromecánica o la tecnología aeroespacial, además de las dedicadas a la construcción y puesta a punto de electroimanes, superconductores, sistemas ópticos, de diagnóstico, control o de ultra alto vacío, entre otras aplicaciones. A todas estos desarrollos últimamente se están incorporando grupos que trabajan en nanotecnología y en nuevos materiales. Por su parte, el informe Abela añade a la lista empresas de cosmética, la industria farmacéutica y alimentaria, la litografía e intereses diversos en genómica y proteómica.

Estas empresas contratan horas de uso del sincrotrón. En algunos casos, como se indica en el citado informe, algunos sectores, como el farmacéutico, han llegado a pagar hasta el 30% del coste de una instalación en cuyo alrededor pueden concentrarse hasta medio centenar de empresas. 'Lo esperable es que en España ocurra lo mismo', señala Pascual.

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