El paro de autobuses deja aislados a decenas de miles de vecinos de la región

Numerosos ciudadanos tuvieron que esperar hasta la madrugada de hoy para poder viajar

La segunda jornada de huelga del transporte por carretera resultó más caótica que la primera por ser comienzo de fin de semana y de vacaciones. Miles de personas tuvieron que esperar hasta la madrugada o la mañana de hoy para poder viajar. Algunas empresas no prestaron servicio en toda la jornada y sólo abrieron sus ventanillas para devolver el importe de los billetes o vender pasajes para próximos días. El caos contagió a las líneas que prestaron servicios mínimos. Los usuarios que pretendían viajar a una hora concreta tuvieron que retrasar su partida porque sólo salieron la mitad de los auto...

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La segunda jornada de huelga del transporte por carretera resultó más caótica que la primera por ser comienzo de fin de semana y de vacaciones. Miles de personas tuvieron que esperar hasta la madrugada o la mañana de hoy para poder viajar. Algunas empresas no prestaron servicio en toda la jornada y sólo abrieron sus ventanillas para devolver el importe de los billetes o vender pasajes para próximos días. El caos contagió a las líneas que prestaron servicios mínimos. Los usuarios que pretendían viajar a una hora concreta tuvieron que retrasar su partida porque sólo salieron la mitad de los autobuses.

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Las situaciones que se vivieron el jueves en las estaciones de autobuses de Madrid se agravaron ayer. Los pocos autobuses interurbanos que prestaron servicio el primer día de la huelga del transporte por carretera -el jueves- no pudieron salir ayer de las cocheras.

Según los sindicatos convocantes, la protesta fue secundada por el 90% de los 10.000 trabajadores afectados por el conflicto. Éstos piden un aumento salarial de unos 1.000 euros anuales y la reducción de jornada a 35 horas semanales, entre otras reivindicaciones.

Miles de personas que pretendían comenzar ayer sus vacaciones corrieron la misma suerte que los viajeros de cercanías. En el mejor de los casos tuvieron que esperar hasta la madrugada pasada para montarse en el autobús. Otros tuvieron que cambiar el billete para uno de los dos días del fin de semana, aunque no resultó fácil encontrar plazas libres.

Los usuarios poblaron los pasillos, las cafeterías y los asientos de la Estación Sur, en la calle de Méndez Álvaro, de donde parten la mayoría de los autobuses que realizan viajes de largo recorrido. Auto-Res, que tiene su propia terminal en la calle de Fernández Shaw, estuvo ayer paralizada y no viajó a ninguna de las 83 ciudades españolas a las que suele hacerlo. Daibus, que opera en varias ciudades de la costa mediterránea, Interbus y la línea de Continental-Auto con destino a Granada suspendieron de nuevo todos sus servicios. Esta última empresa vendía billetes para la provincia andaluza, pero sólo para las doce y media de la noche, una vez terminada la huelga de 48 horas.

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La desesperación llevó a los usuarios a trasladarse hasta la estación de Atocha, cercana a la Estación Sur, para intentar salir de Madrid por ferrocarril. Sin embargo, la mayoría de los trenes (sobre todo aquellos con destino a la costa levantina) tenían todas sus plazas ocupadas desde hacía días por el comienzo de las vacaciones. La huelga provocó así una 'afluencia inesperada de viajeros', según Renfe.

Otras empresas de transporte por carretera consiguieron mantener unos servicios mínimos del 50%, pero miles de usuarios de estas empresas no consiguieron hacerse con una plaza al estar operativa sólo la mitad de la flota.

Numerosas personas se vieron obligadas a hacer tiempo en la Estación Sur hasta la salida de los servicios mínimos, o bien a pernoctar en Madrid hasta hoy, ya que los trabajadores de estas empresas con servicios mínimos no podían asegurar a los viajeros que pudieran salir a su hora. Vendían los billetes, pero advertían de que los piquetes podrían impedir la salida de los vehículos.

Según el jefe del intercambiador de la avenida de América, ayer se respetaron los servicios mínimos, pese a no haber ningún autobús de refuerzo. En esta estación, la situación estuvo más calmada que en la Estación Sur, debido a que los trabajadores de estas empresas de largo recorrido que tienen su base en este intercambiador no están afectados por el convenio de Madrid que enfrenta a los sindicatos con la patronal.

El caos fue mucho mayor en los transportes interurbanos. En la estación de la avenida de América, las dársenas de los autobuses con destino a algún municipio madrileño permanecían vacías. Ningún autobús prestó servicio en la periferia de la capital. Decenas de miles de personas no pudieron llegar a su destino.

Algunas empresas radicadas en la Estación Sur, como El Gato, Aisa o Cevesa-Navalcarnero, que sí pudieron prestar servicios mínimos el jueves, ayer no consiguieron llegar a su destino. Según la empresa El Gato, los dos primeros vehículos de la mañana pudieron viajar, pero los piquetes de los trabajadores impidieron más salidas.

Sin taquillas en Renfe

La imposibilidad de trasladarse fuera de la capital llevó a los viajeros a buscar otros medios de transporte, sobre todo los trenes de cercanías de Renfe. Cuando llegaron a la estación de Atocha se encontraron con una dificultad añadida, aparte de la saturación en el interior de los vagones. Los trabajadores de las taquillas dieron comienzo a un paro de dos horas y cerraron las taquillas.

Fuentes de Renfe han informado de que la huelga sólo afectó a los trenes de cercanías. Sin embargo, algunos viajeros de larga distancia afirmaron que tuvieron que esperar tres horas de cola para ser atendidos, ya que sólo había una taquilla abierta.

Los sindicatos del transporte por carretera mantienen la convocatoria de huelga para el Miércoles y Jueves Santo.

Los viajeros que se acercaron a la estación de Auto-Res, esperando la salida de sus autobuses.ULY MARTÍN

Un fin de semana de 'marcha' frustrado

Las ganas de tomarse unas vacaciones o de volver a casa obligaron ayer a muchos usuarios a buscar alternativas al caos creado por la huelga de autobuses. Dos jóvenes cargados con maletas se acercaron a la plaza del Conde de Casal para coger un autobús de Auto-Res, una compañía que lleva dos días sin viajar a las más de 80 localidades a las que da servicio. No se habían enterado de la huelga. Pero no se resignaron y decidieron ir a la Estación Sur en busca de un autobús que les llevara, si no hasta Badajoz, al menos hasta alguna localidad cercana. Esperaron cola ante la taquilla de una empresa. Era la segunda que consultaban... y no quedaban billetes. Otro joven, Javier Q., tenía intención de pasar el fin de semana de marcha en Granada, pero hacia allí sólo saldrían dos autobuses: uno a las once y media de la noche y otro a la 1.30 de la madrugada. Eso sí, el trabajador al que consultó Javier le informó de que podían salir, 'o no salir'. 'Pues vaya marcha de fin de semana me voy a pegar yo en Granada si llego allí el sábado por la mañana... ¡Pues me la pego en Madrid!' concluyó. Juan Gabriel Montojo y su amigo Carlos, dos estudiantes madrileños, tenían previsto desplazarse esta mañana a Granada para esquiar, pero su autobús no salió. Al final, tuvieron que buscar a tres personas y entre todos alquilar un coche para llegar.

Una larga cola para hacer 'una preguntita'

A nadie le gusta esperar una cola, y menos si es larga. Era casi la hora de comer y en la Estación Sur, las filas de gente ocupaban todo el vestíbulo. Muchos prefirieron sufrir en silencio, sentarse encima de la maleta y ponerse a leer un libro, una revista y hasta un manido horario de autobuses. Otros hicieron amistades con sus sufridores vecinos, pero los hubo que se desesperaron tanto que decidieron gritar. Las colas no distinguían entre los que querían hacer una consulta, los que querían cambiar un billete para el día siguiente o los previsores que sólo querían comprar sus billetes para dentro de unos meses y se encontraban con un centenar de personas delante. La excusa 'si sólo voy a hacer una preguntita' organizó un verdadero caos. Una ancianita con cara de inocente se disponía a colarse, o al menos así lo creyó un hombre, alto y corpulento, que perdió las buenas maneras y, a gritos, hizo retroceder a la mujer. Desde entonces, increpó a gritos a todo aquél que intentó saltarse la fila. Mientras él estuvo allí, sólo los más valientes se atrevieron a intentarlo de nuevo. Aunque en la terminal de la avenida de América las colas también eran considerables, el día discurrió con mucho orden gracias a los guardias de seguridad, que interceptaban a los que querían 'hacer una preguntita'.

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