Los Quince no logran un acuerdo sobre ayudas al desarrollo

Los ministros de Asuntos Exteriores de la UE no lograron cerrar un acuerdo ayer en Bruselas sobre la ayuda al desarrollo para llegar la semana que viene a la conferencia de Monterrey (México) con una posición común europea. El jefe de la diplomacia española y actual presidente del Consejo de Ministros de la UE, Josep Piqué, admitió que las posturas están 'alejadas'.

La necesidad de que los Quince fijen en Barcelona una posición común para la cumbre de Monterrey se ha convertido en una preocupación primordial de la presidencia española, por el temor a que la escasa disposición de los eur...

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Los ministros de Asuntos Exteriores de la UE no lograron cerrar un acuerdo ayer en Bruselas sobre la ayuda al desarrollo para llegar la semana que viene a la conferencia de Monterrey (México) con una posición común europea. El jefe de la diplomacia española y actual presidente del Consejo de Ministros de la UE, Josep Piqué, admitió que las posturas están 'alejadas'.

La necesidad de que los Quince fijen en Barcelona una posición común para la cumbre de Monterrey se ha convertido en una preocupación primordial de la presidencia española, por el temor a que la escasa disposición de los europeos a incrementar las ayudas al Tercer Mundo contribuya a encrespar los ánimos del movimiento antiglobalización y las protestas callejeras.

Evitar que todo el prestigio internacional atesorado hace una década por la Barcelona olímpica sufra un deterioro similar al que experimentó Génova, y en consecuencia el Gobierno de Silvio Berlusconi, a resultas de las violentas manifestaciones registrada el pasado mes de junio durante la cumbre del G-8, es el primer objetivo de los organizadores del Consejo Europeo. Sobre todo, ahora que saben con certeza que los resultados sustanciales de la reunión quedarán lejos del umbral necesario para proclamar indiscutiblemente lograda la meta de dar un impulso decisivo al proceso de liberalización e integración de las economías europeas promovido por la llamada estrategia de Lisboa.

En Moncloa sólo existe la seguridad de lograr objetivos en la integración de los mercados financieros y de telecomunicaciones, así como en la de los mercados energéticos relativos a las empresas.

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