Reportaje:

Las cruces de la escuela pública

La simbología católica subsiste en algunos colegios a pesar de que los padres laicos han pedido que la religión salga del currículo escolar

L a mesa del maestro, la pizarra y el crucifijo que preside la clase (con la compañía, a veces, de la Inmaculada de Murillo). Ésa ha sido durante años la foto de cualquier escuela pública española. Y no es difícil todavía encontrar símbolos católicos en los colegios, a pesar de que en las aulas conviven hoy alumnos de diferentes culturas y creencias. Persisten sobre todo en las zonas rurales, porque muchas escuelas se mantienen como entonces, aunque también hay crucifijos, capillas y vírgenes en colegios antiguos de las ciudades. A veces no se quitan porque 'no molestan'. Pero algunos padres n...

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L a mesa del maestro, la pizarra y el crucifijo que preside la clase (con la compañía, a veces, de la Inmaculada de Murillo). Ésa ha sido durante años la foto de cualquier escuela pública española. Y no es difícil todavía encontrar símbolos católicos en los colegios, a pesar de que en las aulas conviven hoy alumnos de diferentes culturas y creencias. Persisten sobre todo en las zonas rurales, porque muchas escuelas se mantienen como entonces, aunque también hay crucifijos, capillas y vírgenes en colegios antiguos de las ciudades. A veces no se quitan porque 'no molestan'. Pero algunos padres no se atreven a pedirlo para que no señalen a su hijo en el colegio. Ahora, cuando se inaugura un nuevo centro escolar, la Administración suministra la bandera y la foto de los Reyes. Se acabó.

'Los materiales que pueden presidir las aulas no deben tener sentido confesional'

¿Qué pasa cuando padres o profesores piden que se retiren esos símbolos católicos? Pasó, por ejemplo, en Andalucía a principios del año pasado en el colegio Virgen de la Cabeza, de Motril (Granada). Algunos padres pidieron que descolgaran el crucifijo de la pared. El caso llegó al defensor del pueblo andaluz, José Chamizo, que además es sacerdote. En su informe (agosto de 2001), Chamizo concluía que, en el momento en que haya una sola queja, los símbolos religiosos deben sacarse de las aulas públicas. 'La Consejería de Educación dejó el asunto en manos del consejo escolar y éste dictaminó que no era de su competencia tomar semejante decisión', explica uno de los padres, Ángel Ramírez, presidente a su vez de la Asociación Pi y Margall por la enseñaza pública laica. 'El crucifijo sigue allí'.

El equivalente de Chamizo es el justicia en Aragón, Fernando García Vicente, que también trasladó a la Consejería de Educación de su comunidad la misma queja del Colectivo Escuela Laica. La Consejería le contestó (octubre de 2000) que 'la legislación vigente no es dudosa' al respecto: los materiales que pueden presidir las aulas públicas 'no deben tener sentido confesional'. Los inspectores, aseguró la Consejería, velarían por que esto se cumpliera. Gema Villa, miembro del Colectivo Escuela Laica, dice que 'la inspección está funcionando porque las quejas de los padres han desaparecido'

¿Qué hacen los inspectores cuando se encuentran en sus visitas un crucifijo? 'Es ya algo anecdótico. En Madrid no tenemos instrucciones expresas, sólo actuamos de oficio si encontramos simbología anticonstitucional o si entendemos que algunos símbolos religiosos van en contra de la voluntad mayoritaria. Si no, tratamos de no generar polémica. Al fin y al cabo, los ministros juran su cargo frente a un crucifijo', explica Francisco Galván, inspector en Madrid.

Los laicos defienden que la religión es materia para ser impartida en las iglesias, en las mezquitas o en el ámbito privado. Pero no siempre es así. 'En el colegio Mediterráneo, de Almería, llevaron a los alumnos a misa el Miércoles de Ceniza para coronar el carnaval este mismo año', dice Ángel Ramírez. 'En otros montan altares o le llevan flores a María en el mes de mayo', como antiguamente, asegura Antonia Jiménez, que pertenece al Movimiento de Renovación Pedagógica en Jaén. Los distintos colectivos proescuela pública y laica critican la tibieza a la hora de tratar el tema entre los políticos de la izquierda. 'La retirada de los símbolos religiosos de los colegios públicos es una cuestión de respeto a la diversidad de culturas y creencias', dice Eulalia Vaquero, presidenta de la Conferderación laica de padres de alumnos, Ceapa. 'Nosotros defendemos además que las clases de religión estén fuera del currículo escolar', afirma.

La religión debe ofrecerse obligatoriamente en los colegios, pero su elección es voluntaria. Dejó de ser asignatura obligada en 1990, y ahora es evaluable pero no computable, es decir, que no sirve para hacer nota media con el resto de las asignaturas. 'Pero a los niños se les separa a los tres años en función de las creencias de sus padres, si eligen o no religión', lamenta Gema Villa, del Colectivo Escuela Laica. Las peticiones de este colectivo para que la religión saliera del programa escolar cuentan con la ayuda de las Cortes de Aragón, pero chocan con los acuerdos entre España y la Santa Sede.

Religión o nada. Así es para muchos alumnos, a pesar de que es obligatorio ofrecer una actividad alternativa. 'Si al menos pusieran la religión a última hora podrían irse a casa, pero la ponen entre dos asignaturas y los chicos se quedan sin hacer nada. Son rehenes ellos y el profesor que los atiende', se queja Juan Francisco González, de Talavera de la Reina (Toledo). En la Ceapa han recibido quejas de niños 'que pasaban esa hora de cara a la pared', señala Eulalia Vaquero.

La clase alternativa es una pescadilla que se muerde la cola. 'Cuando matriculé a mi hijo en 1998 sólo había uno o dos niños que no querían religión. Como eran pocos, no se les ofrecía alternativa, y sin eso, pues, a religión. Conseguimos organizar talleres de cuentos y ahora hay 14 niños apuntados', dice Ángel Ramírez.

El caso de Galicia mezcla crucifijo y águila imperial franquista. 'El crucifijo lo quité yo y la gallina la tapamos con motivo de la renovación de la fachada, con dos losas de un metro por 80', explica el director del insituto Salvador Moreno, en Marín (Pontevedra). Suxo Portelas recuerda, fue hace dos cursos, cómo algún grupo radical del pueblo se resistía y las tácticas dilatorias de la Administración provincial, fruto de esas protestas. Ahora está satisfecho. 'No se trata de anular el pasado, sino de tratarlo con coherencia'.

JUAN BARRIO

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