DÍA DE LA MUJER

'Burkas' en Málaga contra la opresión

Mujeres de Humilladero se ponen el velo afgano para reclamar la igualdad

El burka es la prenda opresora por excelencia. Ese velo azul ignominioso que arrebata la identidad, la sensualidad y hasta la vista a las mujeres afganas, ha sido el símbolo escogido por las mujeres del pueblo malagueño de Humilladero (2.700 habitantes) para reclamar la igualdad y dignidad que se niega a las mujeres en esa o en cualquier otra cultura.

Carmen, Isabel, Olivia, Nati, Justa, María Dolores, son algunas de las 17 mujeres del pueblo que, después de dedicar varios días a la confección de los velos, decidieron ayer probar qué se siente detrás de uno. Así ataviadas, a la...

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El burka es la prenda opresora por excelencia. Ese velo azul ignominioso que arrebata la identidad, la sensualidad y hasta la vista a las mujeres afganas, ha sido el símbolo escogido por las mujeres del pueblo malagueño de Humilladero (2.700 habitantes) para reclamar la igualdad y dignidad que se niega a las mujeres en esa o en cualquier otra cultura.

Carmen, Isabel, Olivia, Nati, Justa, María Dolores, son algunas de las 17 mujeres del pueblo que, después de dedicar varios días a la confección de los velos, decidieron ayer probar qué se siente detrás de uno. Así ataviadas, a las 18.30 de la tarde se concentraron en la Plaza de los Derechos Humanos, el lugar de reunión de los vecinos de este pueblo gobernado por IU, para enviar un mensaje por correo electrónico desde un ordenador instalado al aire libre a la sede de la ONU en Nueva York. 'Todavía hay en el mundo muchos burkas que discriminan y violan los derechos de las mujeres', rezaba el comunicado enviado a la ONU y leído por las participantes de viva voz en la plaza. Los burkas a los que se refieren son el analfabetismo, los malos tratos, la discriminación laboral, la trata de blancas, el paro o las trabas para acceder al poder.

Las mujeres de Humilladero tampoco olvidaron en su emilio a la ONU la discriminación que sufren las mujeres del campo tanto en los salarios como en las pensiones que perciben. 'No es nuestro caso, porque nosotras vivimos en un pueblo progresista', explica María Dolores Espinosa, de 55 años, quien, sin embargo, reconoce que, de puertas adentro en las casas, la situación aún no es completamente igualitaria.

María Dolores lleva la mitad de su vida 'luchando en el pueblo por las mujeres'. Los frutos de su lucha y de la de sus compañeras los ha recogido su hija, Isabel Soto. 'Ella sí que tiene un compañero que comparte todo y que la apoya', dice.

Los burkas empezaron a asomar por las calles de Humilladero hacia las 17.30. A esa hora, Isabel Pacheco, concejala de la Mujer del Ayuntamiento de Humilladero, y Carmen Morillo, representante del área de la Mujer de IU, daban los últimos toques al escenario improvisado en la plaza con la ayuda de un adolescente comprometido con la causa. El cielo, cada vez más negro, amenazaba con una tormenta que estalló justo a la hora señalada para el comienzo del acto.

Hubo que cubrir con plásticos todos los equipos electrónicos y dejarle su tiempo al aguacero. 'También es mala suerte', decía una de las mujeres sin rostro, que había corrido a refugiarse a la puerta del ayuntamiento. 'Si esto sigue así habrá que trasladarse a la biblioteca'.

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Pero para Morillo y Pacheco, el lugar escogido, la Plaza de los Derechos Humanos, donde se recoge el texto íntegro de la Declaración Universal en dos largas cenefas de azulejo, era fundamental para el acto. 'Nada, el acto tiene que ser en la plaza. Es lo suyo', arengaba la primera.

Y así lo hicieron. 'Es una pena, con lo que hemos trabajado, que al final se quede deslucido el acto, pero con tanto retraso, de lo que me he dado cuenta es de lo bestial que es este trapo. Es que te asfixia, vamos', farfullaba una de las mujeres.

Trayectoria de lucha

El acto simbólico de los burkas no es el único que ha realizado este pueblo con motivo del Día de la Mujer Trabajadora. En 1999 se bautizaron las calles con nombres de mujeres significadas en la lucha por la igualdad. El año pasado se dedicó una calle a Pasionaria, cuya placa descubrió la hija de Dolores Ibárruri, Amaya. A finales de este mes está previsto que la defensora de los derechos de los campesinos indios guatemaltecos Rigoberta Menchú, premio Nobel de la Paz, se desplace al pueblo a inaugurar otra calle dedicada a ella.

Mujeres de Málaga, vistas a través de un burka como el que vistieron ayer.RAFAEL MARCHANTE

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