Reportaje:GUILLENA | EXCURSIONES

La calzada del agua

Una ruta de 60 kilómetros recorre las riberas de los ríos que atraviesan la localidad

La vega de Guillena tiene que agradecer su fertilidad a las salidas de madre del río Rivera de Huelva, que llegó a ser navegable hasta la localidad. Los limos que iban y venían entre el cauce y la tierra contribuían en buena medida a disparar las cosechas de cereales, maíz y algodón que se aprecian en una magnífica panorámica desde la cima de los cerros del parque periurbano El Gérgal, que ocupa 470.000 metros cuadrados. El pantano de Gérgal puso fin a las inundaciones y modificó el paisaje natural de Guillena, una localidad de vasto término municipal que se extiende desde las estribaciones de...

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La vega de Guillena tiene que agradecer su fertilidad a las salidas de madre del río Rivera de Huelva, que llegó a ser navegable hasta la localidad. Los limos que iban y venían entre el cauce y la tierra contribuían en buena medida a disparar las cosechas de cereales, maíz y algodón que se aprecian en una magnífica panorámica desde la cima de los cerros del parque periurbano El Gérgal, que ocupa 470.000 metros cuadrados. El pantano de Gérgal puso fin a las inundaciones y modificó el paisaje natural de Guillena, una localidad de vasto término municipal que se extiende desde las estribaciones de Sierra Morena hasta la margen derecha del Guadalquivir.

Como casi todos los pueblos tiene una historia condicionada por su geografía. Estuvo habitada desde tiempos prehistóricos -entre otros restos se conservan sepulturas megalíticas- y fue vía de paso de la calzada romana que enlazaba Itálica con Mérida, como atestiguó la aparición de una piedra miliaria en la plaza de toros que marcaba la distancia entre ambos asentamientos. Los romanos le dieron el nombre, pero sólo se transformó en un núcleo de cierto peso durante la etapa musulmana. La geografía marcaba otra vez la historia: la cercanía a Sevilla (a 20 kilómetros) y, por tanto, al río Guadalquivir propició en buena medida el empuje urbano musulmán.

La prueba de su ubicación estratégica se confirmó en el siglo XIII, cuando fue tomada por el rey Fernando III el Santo en su avance hacia Sevilla. En Guillena irguió un asentamiento en el lugar llamado hoy Torre de la Reina. Esta fortaleza, que ha sido rehabilitada con sumo esmero para reconvertirla en un hotel, conserva un torreón militar con numerosas cámaras cubiertas por bóvedas de cañón.

Declarado monumento histórico-artístico nacional desde 1977, es de los pocos edificios rurales que se conserva en el entorno de Sevilla de los construidos en el siglo XIII. Con el tiempo la fortaleza que fue propiedad de la reina María de Molina se reconvirtió en una hacienda rural y, desde hace unos años, en un establecimiento hotelero de reducida capacidad (13 habitaciones).

La abundancia de recursos hídricos, gracias dos ríos (Cala y Rivera de Huelva) y otros tantos arroyos (Galapagar y Encarnación), ha ligado estrechamente el paisaje a la agricultura: el 40% del término se destina a cultivos agrícolas, la principal fuente de desarrollo. La riqueza hídrica explica también la coincidencia en el mismo municipio de cuatro pantanos (Gérgal, La Minilla, Cala y Guillena), gestionados por la empresa municipal de aguas de Sevilla.

Y el agua es también el argumento de la ruta turística proyectada por el Ayuntamiento de Guillena y la Sociedad para el Desarrollo de la Vega, que discurre a lo largo de 60 kilómetros siguiendo las orillas del Rivera de Huelva y Cala. La ruta del agua, como se ha acuñado, atraviesa por zonas de bosque mediterráneo -en la zona abundan las encinas y quejigos, además de acebuches, alcornoques, chopos, palmitos o algarrobos- y áreas de descanso.

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Arte mudéjar

La localidad cuenta con varias zonas recreativas. La mayor es el parque periurbano El Gérgal, pero además se ha creado un parque forestal en Torre de la Reina, que ocupa 54.000 metros cuadrados, y el área de La Zahurdilla, de unos 500.000 metros cuadrados. El monte, arbolado en un 80%, ofrece además un buen complemento a la ruta del agua. Es tal su riqueza cinegética que, en algunos trayectos, el visitante puede cruzarse con conejos cada pocos metros.

De hacer un alto en el pueblo, es obligada la visita a la iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Granada, un edificio mudéjar de tres naves cubiertas por artesonado de madera, que está fechada en el siglo XV, y en la que se conserva una imagen del escultor Jerónimo Hernández de 1578. Camino de Las Pajanosas, una pedanía del municipio, se ha abierto un parque de ocio.

Oferta arqueológica

- Dónde. Guillena está a 20 kilómetros de Sevilla, siguiendo la N-630, donde se toma un desvío a la derecha por la A-460 que conduce a la localidad. - Cuándo. Aunque las pocas horas de luz (la puesta de sol se produce alrededor de las 19.00) pueden acortar la visita, ésta es una buena época por los caudales de agua y la imagen que ofrece la propia vega, de un verde casi norteño. - Alrededores. En el término municipal, que abarca 227 kilómetros cuadrados, se han localizado 33 yacimientos arqueológicos, tanto legados prehistóricos como romanos. El patrimonio histórico también incluye otras muestras interesantes como la plaza de toros, que se construyó sobre los restos del patio de armas de una edificación musulmana, aunque quedan pocos restos, o el palacio Parladé, una reproducción de un castillo medieval del XIX. - Y qué más. Oficina de turismo en Las Pajanosas (95 479 82 06).

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