Columna

Culos

Dos insignes Eduardos, Úrculo y Arroyo, han montado en cólera contra los gestores culturales del municipio. La semana pasada se clausuró la exposición Esculturas en el Retiro, donde resultaron damnificadas obras de importantes artistas, incluidos los arriba citados. La muestra había pasado previamente por París, de donde salió ilesa. Pero exponer en Madrid al aire libre es exponerse a atentados de variado pelaje: desde niños a yonquis, pasando por chorizos, indocumentados, iconoclastas, adolescentes sin fronteras, viejos sin vergüenza y ciudadanos sin norte. Todo ello, eso sí, con el de...

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Dos insignes Eduardos, Úrculo y Arroyo, han montado en cólera contra los gestores culturales del municipio. La semana pasada se clausuró la exposición Esculturas en el Retiro, donde resultaron damnificadas obras de importantes artistas, incluidos los arriba citados. La muestra había pasado previamente por París, de donde salió ilesa. Pero exponer en Madrid al aire libre es exponerse a atentados de variado pelaje: desde niños a yonquis, pasando por chorizos, indocumentados, iconoclastas, adolescentes sin fronteras, viejos sin vergüenza y ciudadanos sin norte. Todo ello, eso sí, con el desdén municipal. La cosa fue montada por don Juan Carrete, uno de los cerebros intelectuales del alcalde. El susodicho declaró sin rubor: 'Carece de importancia que le quiten tres alas a unas moscas'. Quizá se refería a las moscas de clausura o a los desperfectos perpetrados por la plebe en la escultura Masculino/Femenino, de Úrculo.

Eduardo Úrculo, asturiano residente en Madrid, es un artista que hace pleno honor a su apellido: es experto en culos, femeninos, por supuesto, esplendorosos. También diseña tetas de vaca, sombreros, gente por detrás, maletas, personas que miran a otro sitio. Úrculo tiene una relación fascinante con Madrid. En 1977, la galería Multitud hizo una memorable exposición del artista. En plena juventud, Eduardo Úrculo ya tenía un plan monumental para Madrid: ciudad cuajada de culos.

El artista asturiano proponía por esas fechas cambiar el madroño de nuestro emblema por un culo espectacular, sustituyendo al madroño de toda la vida. En la citada exposición, Úrculo sugería cambios coyunturales para convertir Madrid en capital de culos monumentales. He aquí algunos ejemplos: cambiar la estatua de Emilio Castelar por un trasero femenino de pecado; la estatua de Martínez Campos, por el culo de Marilyn Monroe; la de Calvo Sotelo, tres cuartos de lo mismo. Y, en fin, la entrada principal de la plaza de Las Ventas sería un culampadio de toma pan y moja. Es decir, lo que soñaba Juana la Loca para todos los españoles.

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