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Rato y Álvarez-Cascos desbaratan los planes de Aznar para su sucesión

Los Estatutos del XIV Congreso no varían la elección del candidato

Francisco Álvarez-Cascos y Rodrigo Rato, los dos primeros vicepresidentes de Aznar, le han desbaratado sus planes sobre la sucesión. Rato, el delfín casi indiscutible, ha salido tocado por el caso Gescartera y hace planes fuera de la política. Cascos ha provocado sin su consentimiento la discusión sobre su tercera reelección en el XIV Congreso del PP, en enero. Aznar ha ordenado enfriar este debate. La ponencia de Estatutos mantiene que la proclamación del sucesor la hará un órgano más restringido en otoño de 2003.

Los objetivos encomendados por Aznar para el XIV Congreso ...

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Francisco Álvarez-Cascos y Rodrigo Rato, los dos primeros vicepresidentes de Aznar, le han desbaratado sus planes sobre la sucesión. Rato, el delfín casi indiscutible, ha salido tocado por el caso Gescartera y hace planes fuera de la política. Cascos ha provocado sin su consentimiento la discusión sobre su tercera reelección en el XIV Congreso del PP, en enero. Aznar ha ordenado enfriar este debate. La ponencia de Estatutos mantiene que la proclamación del sucesor la hará un órgano más restringido en otoño de 2003.

Los objetivos encomendados por Aznar para el XIV Congreso del PP que se celebrará a finales de enero tenían muy pocos nombres propios reconocibles.

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La convención de enero estaba programada para ajustar el engranaje del partido pero sobre todo para remozar sus principales líneas ideológicas, ya dentro del centro reformista, con la vista puesta en un plazo largo. El debate sobre su sucesor estaba fijado para el verano de 2003, cuando un grupo muy reducido de dirigentes (el secretario general, los tres vicesecretarios y algún barón territorial) fuesen consultados primero individualmente y luego en grupo. Aznar quería consensuar su propuesta de candidato con ese entorno y luego llevarla cerrada ese otoño a una Junta Directiva Nacional. Como prevén los estatutos.

La nueva ponencia de Estatutos, encargada al ministro de Justicia, Ángel Acebes, y a la coordinadora de Acción Sectorial del PP, Ana Mato, no varía ese sistema. Aunque aún está en borrador, porque tiene de plazo hasta el 17 de diciembre, el texto no modificará la previsión de que el candidato del PP lo 'nomina' su Junta Directiva y no se 'aclama' en un congreso, como pretendía la reflexión en voz alta con la que ha reaparecido Álvarez-Cascos estas semanas.

La salida de Cascos sin comunicársela antes a Aznar, indicando que éste tendría que olvidar su palabra y presentarse en 2004 a un tercer mandato, ha desbaratado los planes. Cascos explica que no ha seguido ninguna corriente ni ha testado con nadie sus ideas, aunque ha comprobado que son ampliamente acogidas. Y no sólo por la llamada vieja guardia. El ex secretario general del PP ha cosechado un gran impacto con su propuesta porque es el único que podía formularla sin levantar suspicacias. Nadie pone en duda en el PP su lealtad a Aznar ni su fidelidad y disciplina. 'Es el más genuino representante de la ortodoxia', admiten en la dirección del partido. El ministro de Fomento asegura que todo su entorno sabe que está plenamente satisfecho con su actual responsabilidad.

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Por ello, Aznar optó por responder cuanto antes al reto que le lanzó Cascos para zanjarlo. En el Gobierno y en el PP admiten que temieron en ese primer instante que surgiera un reguero adhesiones de diversas organizaciones territoriales que abrieran en canal el orden del día pensado y aprobado para el cónclave. Esa catarata de pronunciamientos a favor de que Aznar se sucediese a sí mismo no se produjo en público. Aunque ni Cascos ni la dirección del PP pueden descartar que cualquier compromisario provoque esa discusión (con enmiendas o propuestas sorpresa) durante la convención.

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