Tribuna:

Valencia-Barcelona, el eje por estructurar

El Círculo de Economía, con sede en Barcelona, ha publicado un importante informe: El papel del Estado en el mantenimiento del equilibrio económico territorial en España. En él, tras admitir que la concentración del poder económico es consecuencia de la propia evolución global de las fuerzas del mercado y que la globalización incentiva el desplazamiento de sedes, denuncian sin paliativos la concentración que en estos años, se está registrando en Madrid. Allí se han situado: los nuevos organismos reguladores (Telecomunicaciones, CNMV, Energía, Competencia, etc.), las sedes y centros de I...

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El Círculo de Economía, con sede en Barcelona, ha publicado un importante informe: El papel del Estado en el mantenimiento del equilibrio económico territorial en España. En él, tras admitir que la concentración del poder económico es consecuencia de la propia evolución global de las fuerzas del mercado y que la globalización incentiva el desplazamiento de sedes, denuncian sin paliativos la concentración que en estos años, se está registrando en Madrid. Allí se han situado: los nuevos organismos reguladores (Telecomunicaciones, CNMV, Energía, Competencia, etc.), las sedes y centros de I+D, de las empresas privatizadas, las empresas tecnológicas, etc., mientras el Estado anima el desequilibrio que engendra esta megalópolis.

Desgraciadamente para los periféricos, el informe acierta: en términos económicos y tecnológicos, nunca, como en el actual estado de las autonomías, Madrid ha tenido tanto peso.

Aunque, educadamente se diga que el documento se ha elaborado 'en clave española, no catalana, porque no es un problema de Madrid versus Barcelona, sino del equilibrio de España', a nadie se le oculta que bajo el eufemismo 'equilibrio económico territorial del Estado' lo que se plantea, cosa que es legítima, es una queja desde Barcelona frente a Madrid (Véase la inmediata solidaridad de la Generalitat catalana, acusando al PP de impulsar a Madrid como polo económico y la contestación del portavoz del Gobierno negándolo).

Ante lo razonable de la queja, resulta dolorosa la mudez de nuestra comunidad autónoma. Aquí desconocemos, tanto la posición de nuestro Gobierno autonómico, como la del cacareado poder valenciano (por cierto, qué gran dibujo hizo del mismo, el pasado domingo en esta misma páginas Miguel Olivares) ante estos temas que tanto nos afectan. ¿Hay algún empresario o político valenciano que tenga opinión, o estamos en un nuevo episodio de seminfotisme?

La sociedad civil valenciana no debe renunciar al debate. La racionalidad acaba imponiéndose a la larga, y si no he aquí el resumen de las conclusiones del informe en materia de infraestructuras:

a) El diseño radial, la concepción de Madrid como kilómetro cero, no responde a ninguna lógica de racionalidad económica y social. Frente al modelo centralista y sudamericano, el Círculo defiende una visión multipolar, de tipo europeo, 'con varias capitalidades que compitan entre ellas en cuanto a iniciativas y dinamismo'.

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b) Se califica de chocante que el corredor del Mediterráneo, que va desde la frontera francesa a Algeciras y que constituye uno de los ejes de mayor capacidad de crecimiento potencial, por donde transcurre la autopista de peaje de mayor tráfico y rentabilidad, no tenga prevista una línea de tren de alta velocidad.

c) En transporte aéreo, rechaza la apuesta por un 'macroaeropuerto único' en Barajas.

Una vez expresada la sana envidia por la viveza de la sociedad civil catalana y partiendo de la certeza del informe, valencianos y catalanes debemos iniciar una reflexión conjunta. Sería bueno contraponer al gran polo madrileño, un eje verdadero, como el que forman a lo largo del Mediterráneo el continuo de ciudades que se extiende desde la frontera hasta Alicante, con Barcelona y Valencia como principales nodos.

Para ello estas dos áreas metropolitanas deben dejar de ignorarse. política lingüística y cultural aparte, el Valencia- Barcelona, es el lado débil del imprescindible triángulo de las tres principales capitales españolas. La tarea es tan difícil como urgente.

Por un lado, ante la falta de liderazgo civil, el poder político valenciano, tiene una irremediable y enfermiza tendencia a mirar hacia Madrid, mientras que por otro, el Gobierno de Pujol dice que debe fijarse con el resto de Europa, empeñado como está, en mirar al norte y no al sur.

La Comunidad Valenciana debe aspirar a ser tanto la fachada marítima de Castilla, como parte de una región euromediterránea sólida, junto con Cataluña y Baleares. La lengua y la historia parecen marcar esta posibilidad y lo que ahora toca es el reforzamiento de las infraestructuras que cohesionen sus polos. Si no sabemos estructurar este eje, las quejas del Círculo de Economía dejaran de ser legítimas, ya que las polémicas entre Madrid y periferia, del sistema de financiación autonómica e incluso del partidismo político nacionalista serán cada vez más rancias.

¿Podríamos empezar a hablar de igual a igual, como primos bien avenidos?

Gregorio Martín es catedrático y director del Instituto de Robótica de la Universidad de Valencia.

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