OPINIÓN DEL LECTOR

Nuevo curso

Ya tenemos delante el nuevo curso escolar 2001-02. Todos los sectores sociales implicados se ponen en acción. La maquinaria educativa andaluza comienza a rodar con su jefa, Cándida, a la cabeza, secundada por directores generales, inspectores, administrativos y conserjes. Por su parte, los profesores se incorporan con ralentí estival hasta el definitivo calentamiento; los padres se arruinan con el material escolar y depositan -¿ingenuos?- su confianza en la administración educativa, y los auténticos protagonistas, los niños y niñas convertidos de nuevo en alumnos y alumnas, se acercan a los ce...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

Ya tenemos delante el nuevo curso escolar 2001-02. Todos los sectores sociales implicados se ponen en acción. La maquinaria educativa andaluza comienza a rodar con su jefa, Cándida, a la cabeza, secundada por directores generales, inspectores, administrativos y conserjes. Por su parte, los profesores se incorporan con ralentí estival hasta el definitivo calentamiento; los padres se arruinan con el material escolar y depositan -¿ingenuos?- su confianza en la administración educativa, y los auténticos protagonistas, los niños y niñas convertidos de nuevo en alumnos y alumnas, se acercan a los centros escolares con una sospechosa mezcla de ilusión y recelos que, conforme transcurra el curso, se irá convirtiendo en inquietud y hastío.

Y entre tanta incompetencia, falta de recursos, aulas masificadas, optativas que no se imparten, escasa participación e indolencia generalizada, ¿a quién le interesan los problemas que se derivan de la precariedad e inseguridad en el empleo de miles de profesores denominados falsamente 'interinos'? Y digo falsamente porque buena parte de ellos llevan bastantes años en sus puestos de trabajo, personas que desde luego han dejado hace ya mucho tiempo de ser 'nterinas'. Y debe preocupar, a los padres y a la Administración, esta injusta situación laboral de muchos docentes: a los primeros porque afecta a la calidad de la enseñanza que reciben nuestros hijos y a la Administración, por lo mismo -¿o acaso no perseguimos los mismos objetivos de calidad?- y por decencia: basta ya de usar a los sin papeles de la docencia como mano de obra barata y fácilmente prescindible.

Prediquen con el ejemplo, aseguren en el empleo a sus trabajadores y eviten la angustia que genera la inestabilidad laboral en miles de familias andaluzas. Y cuanto antes, mejor.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Archivado En