Reportaje:

Las nuevas armas contra la impotencia

Una nueva pastilla está disponible en España y otras dos llegarán en un año

La industria farmacéutica ha puesto en su punto de mira la impotencia. A rebufo de Viagra -que hace tres años revolucionó el mercado, la concepción popular de la enfermedad y hasta los carnavales de Cádiz-, otro tratamiento en pastillas está disponible en Europa desde este verano.

El laboratorio Abbott ha desarrollado Uprima, que, a razón de 1.500 pesetas la pastilla, inicia el proceso de la erección desde el cerebro. Su principio activo, la apomorfina, actúa como la dopamina. La dopamina es un neurotransmisor presente por todo el organismo y que está implicado en muchas funciones fisio...

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La industria farmacéutica ha puesto en su punto de mira la impotencia. A rebufo de Viagra -que hace tres años revolucionó el mercado, la concepción popular de la enfermedad y hasta los carnavales de Cádiz-, otro tratamiento en pastillas está disponible en Europa desde este verano.

El laboratorio Abbott ha desarrollado Uprima, que, a razón de 1.500 pesetas la pastilla, inicia el proceso de la erección desde el cerebro. Su principio activo, la apomorfina, actúa como la dopamina. La dopamina es un neurotransmisor presente por todo el organismo y que está implicado en muchas funciones fisiológicas. Psicosis, esquizofrenia, hipertensión, parkinson y estimulación de la erección desde el cerebro son algunos de los procesos en los que, de una u otra forma, participa la dopamina. Uprima ejerce su acción en una zona del hipotálamo cerebral llamada núcleo paraventricular. Desde allí la señal viaja a través de las vías oxitocinérgicas (las responsables de la contracción de la musculatura) y llega al pene, donde favorece la acción del óxido nítrico, sustancia que participa en el inicio de la erección.

La pastilla se coloca debajo de la lengua y a los 10 minutos se detecta en sangre (no pasa por el hígado). A los 20, si hay estímulo sexual, se consigue el efecto. Los responsables de Abbott insisten en que no es una nueva Viagra, sino algo que, por su mecanismo de acción, es completamente distinto. Viagra actúa inhibiendo una enzima del pene, la fosfodiesterasa 5, que dificulta la erección.

Sobre el interruptor

Ignacio Moncada, vicepresidente de la Asociación Española de Andrología, lo explicó en la presentación del fármaco: 'Si la erección es como encender una bombilla, Uprima actuaría sobre el interruptor'. El fármaco fue autorizado por la Agencia Europea de Evaluación de Medicamentos (AEEM) a finales de junio. En 2000 el laboratorio presentó el informe a la FDA (agencia estadounidense de medicamentos), que recomendó su aprobación. Señaló, sin embargo, que debía expresarse claramente contraindicación con el alcohol y el riesgo de sufrir un síncope o desmayo.

Con las pegas de la FDA, el laboratorio prefirió no seguir con el papeleo. Abbott asegura que volverá a presentar el informe con los datos de seguridad de la dosis de tres miligramos, que sí se han presentado en Europa. La AEEM señaló que el síncope se producía en menos del 0,2% de los pacientes. En el prospecto europeo se señala que la toma conjunta con alcohol aumenta el riesgo de desmayo. Recomienda que no se tome Uprima con alcohol. A juicio de Luis Usán, director médico de Abbott en España, es 'porque el alcohol altera la función sexual normal'.

En los ensayos no se ha estudiado la eficacia en diabéticos, ni el uso conjunto con otros fármacos que actúan en el sistema nervioso central, como antidepresivos o anticonvulsionantes.

Los efectos adversos observados más frecuentes fueron náuseas y dolor de cabeza (en el 7% de los pacientes) y mareos (4%). También aparecieron somnolencia, sofocos y cambios en el gusto. Usán señala que 'el 82% de los más de 4.000 pacientes en los que se ha estudiado Uprima querían seguir con el tratamiento al terminar el ensayo'. La competencia contraataca destacando que la eficacia de Uprima es pequeña. La más eficaz, la pastilla de dos miligramos, sólo tiene una eficacia del 50% frente a un 30% del placebo.

Las causas de la impotencia son muchas y a veces difusas: enfermedades crónicas, tales como diabetes, hipertensión o alteraciones del corazón; fármacos como los betabloqueantes o diuréticos (usados contra la hipertensión), antidepresivos o esteroides anabolizantes, y también puede tener origen psicológico.

José Luis Castillo, vicepresidente de la Asociación Española de Sexología, explica que 'la impotencia siempre tiene parte psicógena. Aun cuando haya una causa física'. Moncada señala que es en los hombres jóvenes en los que cobra más importancia el aspecto psicológico. 'Puede hacer que se perpetúe la impotencia en un individuo sano', señala.

Pero no sólo es Abbott. Bayer y Lilly, otros dos gigantes farmacéuticos, ultiman sendos tratamientos orales. Ambos actúan sobre la misma enzima que Viagra. Pfizer, laboratorio fabricante de Viagra, considera estos medicamentos como una alternativa 'seria', según un portavoz. No ocurre lo mismo con Uprima, que, asegura, se ha aprobado con pocos ensayos. 'Es parte de la guerra de los laboratorios', comenta un urólogo. Hay mucho dinero en juego. 'La información de los laboratorios hay que cogerla con pinzas. Hasta dentro de un tiempo, en que cada médico tenga experiencia, no podremos saber realmente cuál de las dos pastillas es mejor'.

El pastel de la impotencia era demasiado grande como para que a Pfizer no le surgiera competencia. Sólo en España, un estudio de la Sociedad Española de Andrología (financiado por Pfizer en 1999) cifra en dos millones los hombres que sufren impotencia. El 52% de los hombres entre 40 y 70 años sufre la enfermedad en algún grado. Con estas cifras, y a pesar de que hoy día sólo el 10% de los pacientes acuden a tratarse, es normal que las ventas de Viagra alcanzaran el año pasado los 1.300 millones de dólares. Para este año las previsiones son de 1.600 millones de dólares, según publicó el diario estadounidense Washington Post.

Por si acaso, a Viagra se le buscan nuevos usos. Científicos de Boston la ensayan para tratar el cáncer de pulmón. ¿Será ésta la primera reencarnación del sildenafilo, su principio activo? Mientras, la AEEM recomienda no usar el término impotencia por las connotaciones 'peyorativas' que tiene y lo 'inexacto' del término. Hay que decir disfunción eréctil. Los médicos sumerios también tenían un lenguaje propio para que no les entendiera el pueblo.

La molécula centenaria y camaleónica

La apomorfina parece ser una de esas moléculas milagro con las que cada cierto tiempo la industria farmacéutica decide revolucionar la medicina. Sintetizada por primera vez a partir de la morfina en 1869, ha ido variando de indicación y de uso desde los comienzos de la farmacología. En la belicosa década de 1940 se usaba para desengancharse de la heroína, como probó el escritor y politoxicómano reconocido William Burroughs. Éste, ya en 1956, escribió: 'La apomorfina es la mejor forma de desintoxicación de la heroína que conozco. El tratamiento y el amplio acceso a esta droga proporcionará mayores niveles de rehabilitación que ninguna cura psicológica'. Cuando murió, en 1997, a la edad de 83 años, seguía tomando gran cantidad de drogas, compaginando, entre otras, morfina, heroína y apomorfina. Es de suponer que a esa edad al autor de El almuerzo desnudo le hubiera gustado conocer el nuevo efecto priápico de su querida apomorfina. En la gris década de 1950 se usó como sedante (acción que posee por su similitud con la morfina) y contra el parkinson, utilización que dura hasta nuestros días. A principios de la psicodélica década de 1960 algunos psiquiatras la experimentaron con homosexuales para reprimirles la excitación; les mostraban fotos de hombres desnudos y cuando tenían una erección, una inyección de altas dosis de apomorfina les provocaba fuertes náuseas. A base de repetir el tratamiento, esperaban curarles. En la década de 1970 su utilidad se desplazó a provocar el vómito en casos de envenenamiento; en la rompedora de 1980 se usó contra crisis esquizofrénicas y para tratar el alcoholismo. Además de la belleza de su estructura química y de su similitud con el neurotransmisor dopamina, la apomorfina tiene otra ventaja: su fácil y barata síntesis. Basta con tratar con ácido la morfina, que se extrae del látex de la adormidera. Además, la tecnología para fabricar la tableta no es nada complicada. Siendo así, ¿cómo justificar las 1.500 pesetas que hay que pagar por comprimido? La única respuesta es que hay que pagar tantos años de historia de la apomorfina, que ésta parece encontrarse ante su penúltima y tal vez más exitosa reencarnación.

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