Una 'prisión' en el zoco de Algeciras

La policía libera a 15 indocumentados que se hallaban hacinados en un piso

Semidesnudos, hacinados de seis en seis en pequeñas habitaciones mugrientas y con restos de comida sobre un pobre colchón de gomaespuma. Así encontró la policía en Algeciras a una quincena de inmigrantes indocumentados, secuestrados por una red de compatriotas y que pusieron una piedra más en el difícil camino de encontrar el paraíso que para ellos significa Europa.

En una investigación que ha durado más de seis meses, bajo el apodo policial de Operación Mellao, fueron detenidos cinco individuos, uno de cuyos cabecillas, R. E. de 38 años y de nacionalidad marroquí, utilizaba el tiempo d...

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Semidesnudos, hacinados de seis en seis en pequeñas habitaciones mugrientas y con restos de comida sobre un pobre colchón de gomaespuma. Así encontró la policía en Algeciras a una quincena de inmigrantes indocumentados, secuestrados por una red de compatriotas y que pusieron una piedra más en el difícil camino de encontrar el paraíso que para ellos significa Europa.

En una investigación que ha durado más de seis meses, bajo el apodo policial de Operación Mellao, fueron detenidos cinco individuos, uno de cuyos cabecillas, R. E. de 38 años y de nacionalidad marroquí, utilizaba el tiempo de sus permisos penitenciarios para secuestrar a sus hermanos y exigir un rescate de 250.000 pesetas a sus familias bajo amenaza de muerte. Además, fueron detenidas dos mujeres, la española A. B. S., de 51 años; la marroquí N. A. A., de 45, y un menor. Al jefe de la red, M. B., de 45 años, también marroquí, se le detuvo posteriormente junto a un menor de edad de la misma nacionalidad.

Los inmigrantes, semidesnudos, sólo comían arroz, patatas cocidas, tomate y té

El piso de la Plaza de Nuestra Señora de la Palma de Algeciras donde fueron encontrados era luminoso pero las rejas y los papeles que cubrían los cristales de sus ventanas impedían cualquier contacto con el exterior. A su alrededor, el mercado de Algeciras y una zona de comercios, en su mayoría regentados por magrebíes integrados en la sociedad campogibraltareña, ajenos a la pequeña prisión.

Hasta ese figurado calabozo los inmigrantes llegaban por propia voluntad. La red de extorsión contactaba con ellos en los parajes cercanos a la costa de Algeciras y Tarifa, donde cada noche decenas y hasta centenares de inmigrantes indocumentados llegan exhaustos tras una travesía infernal a bordo de pateras neumáticas. Escondidos, temerosos y muchos de ellos heridos o congelados tras el viaje, eran convencidos por sus compatriotas, que les ofrecían transporte y cobijo en el piso-cárcel de Algeciras.

Según los policías que entraron en la casa de la Plaza de la Virgen de la Palma las condiciones del cautiverio eran lamentables tanto en la higiene como en la alimentación. Sin apenas ropas y descalzos para evitar fugas, los secuestrados pasaban entre una semana y diez días hasta que sus familias hacían el depósito del rescate. Éste, según la policía, debía hacerse en metálico a un encargado de la red en Marruecos o ingresado en un banco del reino alauí. El retraso en el pago suponía un incremento del coste del rescate, amén de las amenazas a los familiares residentes en Marruecos.

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Durante el cautiverio, la dieta no era mejor que las de las prisiones de países del Tercer Mundo. Arroz hervido, patatas cocidas, tomate y té. Sin asistencia médica y con tal aporte alimentario, los liberados presentaban síntomas de debilidad, aunque no precisaron de asistencia médica, según la policía. Estos medios indicaron que los secuestradores sólo mantenían contacto con los retenidos en el momento de entregarles la comida.

La policía, que ha puesto a los detenidos a disposición del juez de Instrucción número 6 de Algeciras, no descarta nuevas detenciones.

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