OPINIÓN DEL LECTOR

Centrales térmicas

La energía es lo que mueve hoy en día nuestra civilización y ante tanto combustible fósil o nuclear la opción de las energías limpias y alternativas parecía interesante. En una tierra como Andalucía, donde la escasez de agua nos obliga a ser cautos con su consumo y priorizar los usos que vamos a darle, y con abundante 'petróleo' blanco como el sol y el viento, parecía aún más interesante.

Probablemente no se produciría la gran cantidad de megawatios que necesitamos para mantener nuestro nivel de vida, pero ayudaría.

Pero de nuevo nos ocurre lo mismo, el avispado mercado, en este ...

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La energía es lo que mueve hoy en día nuestra civilización y ante tanto combustible fósil o nuclear la opción de las energías limpias y alternativas parecía interesante. En una tierra como Andalucía, donde la escasez de agua nos obliga a ser cautos con su consumo y priorizar los usos que vamos a darle, y con abundante 'petróleo' blanco como el sol y el viento, parecía aún más interesante.

Probablemente no se produciría la gran cantidad de megawatios que necesitamos para mantener nuestro nivel de vida, pero ayudaría.

Pero de nuevo nos ocurre lo mismo, el avispado mercado, en este caso el de los megawatios, se adelanta y toma las riendas de la planificación del aprovechamiento de este recurso y de la ordenación, de la ubicación de las instalaciones, cuya responsabilidad es de la Administración, que va por detrás y sobre hechos consumados.

Los campos eólicos se están ordenando ahora, cuando tenemos la mitad del litoral de la provincia plagados de molinos y avanzando en el interior. Y en Arcos, la iniciativa privada ha decidido ubicar tres centrales térmicas de ciclo combinado.

Una central térmica es como el motor de un coche, pero a lo grande. Utiliza el combustible para funcionar, esta combustión produce gases que deben ser expulsados y se calienta y hay que refrigerar con agua. La energía del coche produce movimientos y la de las térmicas energía eléctrica.

Hace unos días hubo una importante manifestación en Arcos contra la construcción de estas térmicas. Las razones están bastante fundadas.

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Este interés por convertir Cádiz en la Arabia Saudí de España no estaba planificado y respondía exclusivamente a que las empresas del sector le habían puesto el ojo a nuestra provincia. Probablemente, la existencia del cable submarino, que une España con África desde Tarifa y que permite vender el excedente de energía que se producirá a Marruecos, tenga algo que ver.

La combustión del gas natural con el que funciona estas centrales térmicas no es tan perniciosa como el carbón o el petróleo, pero se da la circunstancia que los vientos dominantes en Cádiz son los de poniente, y la central térmica está justamente en línea recta hacia el pinsapar. El más mínimo riesgo de lluvia ácida en los parques naturales de Los Alcornocales y de la Sierra de Grazalema es suficiente para pensárselo.

Y, por último, a principio de los noventa se desarrolló un importante proyecto para trasvasar el sobrante de agua de la cuenca del Guadiaro a la del Guadalete. También fue importante la polémica creada las posibles poblaciones afectadas del curso bajo del río Guadiaro, que podían ver perjudicados sus cultivos.

La paz se hizo defendiendo un discurso solidario de un bien común como es el agua, que significaba que se trasvasará sólo el sobrante del caudal, y que esta agua tendría un uso urbano. Así quedo reflejado en un Decreto Ley. La utilización de parte de esta agua para refrigerar la central térmica no estaba en la mente de ninguno de los que en aquella época vivíamos y sufrimos en directo aquellos episodios.

Creo que hay razones para cuestionar estos proyectos, al menos su ubicación.

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