Reportaje:

La crisis consume al Barça

Gaspart lleva el club a la deriva, Llaudaró dimite y Bassat se plantea convertirse en alternativa

A juzgar tanto por el balance deportivo, presidido por dos años en blanco, como por la composición de su organigrama, que ha dado una vuelta de calcetín, el Barcelona afronta una de sus peores crisis institucionales. Un simple retrato de la situación invita a pensar en lo delicado del asunto: Carles Rexach, el asesor a la presidencia, ha acabado ejerciendo de entrenador y será el responsable técnico de la próxima temporada. Llorenç Serra Ferrer, el entrenador y secretario técnico en julio pasado, está de vacaciones, a la espera de rescindir un contrato que expira en 2005 y que al club puede su...

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A juzgar tanto por el balance deportivo, presidido por dos años en blanco, como por la composición de su organigrama, que ha dado una vuelta de calcetín, el Barcelona afronta una de sus peores crisis institucionales. Un simple retrato de la situación invita a pensar en lo delicado del asunto: Carles Rexach, el asesor a la presidencia, ha acabado ejerciendo de entrenador y será el responsable técnico de la próxima temporada. Llorenç Serra Ferrer, el entrenador y secretario técnico en julio pasado, está de vacaciones, a la espera de rescindir un contrato que expira en 2005 y que al club puede suponerle un coste de más de 500 millones de pesetas. La junta del consenso, integrada por 85 miembros, ha quedado reducida a 21 directivos y expuesta a dimisiones en cadena desde el anuncio de retirada de Jaume Llauradó, salida que confirmó anoche Gabriel Masfurroll en su última comparecencia como portavoz, pues ha dicho que lo deja (a Llauradó le sustituirá en el cargo de vicepresidente Félix Millet). El club ha sido incapaz de despedir a su capitán, Pep Guardiola, en consonancia con su aportación.

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Los Boixos Nois, el grupo más radical de aficionados, nacido en complicidad con la directiva, ha acabado por girarse hacia el palco. La hinchada, fatigada por el desgaste del mandato de Josep Lluís Núñez y desorientada por Joan Gaspart, ha abandonado la institución para ejercer de socios pasivos, y como muestra queda la asistencia de 55.000 espectadores en una semifinal de Copa como la del domingo. Más de la mitad de los jugadores que se alinearon en el último partido, jugado el domingo, pueden causar baja en el próximo ejercicio, por no citar ya el cuento de Rivaldo, que igual es intransferible que se mercadea con su traspaso.

Sin golpe de efecto

De entre los refuerzos que manejan los gobernantes, no hay ninguno que despierte ya un especial entusiasmo después de ser utilizados como cortina de humo para combatir el deficitario día a día y de ser rechazados por el propio entrenador (Rexach ha dicho que no ha recomendado a Riquelme ni Saviola es una prioridad). El presidente pide perdón como mayor acto de responsabilidad. El palco ha dejado de ser la representación de la sociedad civil catalana para convertirse en una repetición de la muestra que se puede ver en cualquier presentación de un evento deportivo. Y el rival de Gaspart en las elecciones del año pasado, Lluís Bassat, proclamó ayer: 'Yo, si pudiera, presentaría una moción de censura, pero no diría a Gaspart que se fuera, sino que rectificara. No pretendo la convocatoria de nuevos comicios. Y tampoco ejercer una oposición formal. Pero lo que sí me planteo es formalizar una alternativa'. El equipo está caducado y al club se le ha parado el reloj, como queda reflejado en la desmovilización social, una situación ya aventurada cuando Núñez salió del club y que, sin embargo, Gaspart no ha sabido reparar, para desespero de la afición, que ha dimitido de forma escandalosa. Existe la sensación generalizada, o al menos es lo que piensan distintos sectores del barcelonismo consultados, de que el presidente no solamente no ha sabido gobernar, sino que a su alrededor ha fomentado la sospecha de que a la directiva le interesa más mercadear con los fichajes que una actuación que permita al club recuperar su importancia administrativa y su grandeza deportiva.

Falto de motivación, referente e ideario, el Barcelona parece atrapado por la mediocridad, el clientelismo fomentado por Núñez para asegurar su triunfo en cualquier proceso electoral y la improvisación, propia tanto de Gaspart y Rexach -suplentes en su día de Núñez y Cruyff-. A día de hoy, no se vislumbra ningún golpe de efecto que altere la dinámica; mientras, la oposición no acierta a decidir si es mejor aguardar a que la junta se consuma por su incapacidad o forzarla a articular un nuevo plan.

Gaspart, junto al vicepresidente económico Joan Castells.EFE

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