Desaparición de los valores

A los desplazados del campo a la ciudad por motivos económicos sucedieron los desplazados por la guerra que Sendero Luminoso declaró al Estado en 1980. Lima recibió a cientos de miles de emigrantes que se instalaron en los arenales de la periferia, donde se dedicaron a la economía sumergida para sobrevivir. Aquellos pueblos jóvenes que se levantaron con cuatro esteras en medio de la nada son hoy impresionantes aglomeraciones humanas que rodean la capital. Paralelamente, casi dos millones de peruanos abandonaron el país en las dos últimas décadas en busca de mejores perspectivas.

Fujimor...

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A los desplazados del campo a la ciudad por motivos económicos sucedieron los desplazados por la guerra que Sendero Luminoso declaró al Estado en 1980. Lima recibió a cientos de miles de emigrantes que se instalaron en los arenales de la periferia, donde se dedicaron a la economía sumergida para sobrevivir. Aquellos pueblos jóvenes que se levantaron con cuatro esteras en medio de la nada son hoy impresionantes aglomeraciones humanas que rodean la capital. Paralelamente, casi dos millones de peruanos abandonaron el país en las dos últimas décadas en busca de mejores perspectivas.

Fujimori heredó una grave crisis política y moral y en su régimen dio la puntilla al sistema de partidos en Perú, tradicionalmente débil y proclive a la fragmentación. El anterior régimen lo tuvo fácil para asestar un golpe de muerte a lo que denominaba 'partitocracia'. El más coherente y estructurado de todos los partidos políticos ha sido el APRA, que muchos consideran el primer partido populista del continente. La Alianza Popular Revolucionaria Americana (APRA), fundado en 1924 por Víctor Raúl Haya de la Torre. Los apristas no llegaron solos al Gobierno hasta 1985 por el veto permanente de los militares. Y no lo hicieron bajo la batuta de su fundador, ya fallecido, sino de un joven y aventajado discípulo llamado Alan García Pérez, que en 1985 cumplía 36 años. A los 51 años pretende repetir.

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Más de la mitad de los peruanos no tienen satisfechas sus necesidades básicas. Las reformas económicas y sociales del fujimorismo ampliaron la brecha entre los ingresos de las clases sociales (ricos y pobres), entre el desarrollo de la capital y las provincias, entre las ciudades y el campo y entre la costa, la sierra y la selva. Durante diez años, valores como solidaridad, derechos humanos y moralidad pública desaparecieron del léxico y la práctica de los gobernantes, que tuvieron la desfachatez de dar rango constitucional a la eliminación de la mitad de los 53 artículos de la Carta Magna de 1979 en materia de derechos económicos, sociales y culturales.

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