LOS RETOS DE LA INMIGRACIÓN

Una nueva oleada de cerca de 2.000 inmigrantes colapsa la oficina de Extranjería

Algunos extranjeros llevan dos días en la cola

Al igual que en oleadas anteriores, los responsables de la Delegación del Gobierno en Cataluña atribuyen la situación al efecto llamada. En esta ocasión el reclamo han sido los acuerdos de regularización alcanzados con los inmigrantes que se encerraron en las iglesias de Barcelona en febrero pasado, pactos que todavía no se han materializado.

Los responsables de esta institución consideran que la publicidad que se ha dado a los acuerdos ha convertido Barcelona en un atractivo destino para los inmigrantes en situación irregular en otros países. Y aseguran que muchos proceden de ...

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Al igual que en oleadas anteriores, los responsables de la Delegación del Gobierno en Cataluña atribuyen la situación al efecto llamada. En esta ocasión el reclamo han sido los acuerdos de regularización alcanzados con los inmigrantes que se encerraron en las iglesias de Barcelona en febrero pasado, pactos que todavía no se han materializado.

Los responsables de esta institución consideran que la publicidad que se ha dado a los acuerdos ha convertido Barcelona en un atractivo destino para los inmigrantes en situación irregular en otros países. Y aseguran que muchos proceden de Italia y de Francia.

Muchos de los inmigrantes que hacían cola negaban ayer, sin embargo, que eso sea cierto. Aseguraban que llevan tiempo viviendo en Barcelona. De forma irregular, naturalmente, pero todos creían poder acreditar su voluntad de integración y llevaban todo tipo de facturas, recetas médicas, billetes de autobús y los más variados documentos con los que acreditar su presencia en la ciudad.

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Legalmente, sólo podrán conseguir la residencia los que acrediten haber llegado a España antes del 23 de enero y tengan una oferta de trabajo. Sin embargo, muchos de los inmigrantes pensaban que sólo era necesario presentar la solicitud junto con los documentos acreditativos de la fecha de su llegada a España.

Pero muchos no tuvieron respuesta a sus dudas. Las colas ante la oficina eran de tal magnitud que ni siquiera consiguieron entrar en la oficina todos los que estaban aguardando turno desde la tarde anterior. De hecho, lo único que esperaban los que ayer hacían cola era que les dieran tanda para entregar los papeles hoy.

Muchos fracasaron en su intento. Diana, una argentina que hacía cola por cuarta vez, aseguraba ayer por la tarde que no pensaba irse sin conseguir turno. 'Estoy aquí desde las diez de la noche de ayer y estoy dispuesta a pasar otra noche en vela. Necesito los papeles ya'. Como los demás sin papeles apiñados en la acera, esta mujer lamentaba las pésimas condiciones de la espera: 'No nos merecemos esto. Todo está sucio y no hay ni un simple lavabo'.

El regreso de las colas ante la Oficina de Extranjería coincide con los últimos días del plazo que se dio la Delegación del Gobierno para revisar los expedientes de los inmigrantes que se encerraron en iglesias de Barcelona a principios de este año.

El 5 de junio expirará el plazo, pero la Delegación del Gobierno todavía no ha regularizado a ninguno de los 2.050 inmigrantes que solicitaron acogerse a los acuerdos pactados tras el encierro y que prometían regularizar a 'la mayor parte' de los que vieron rechazada su primera solicitud. Sólo un centenar de los encerrados ha conseguido su permiso, pero gracias a la revisión de oficio de todos los expedientes.

El principal drama lo viven ahora los que salieron de las iglesias sin tener un techo. En total fueron 200 y desde el pasado mes de marzo viven en pensiones financiadas por el Ayuntamiento de Barcelona, la Generalitat y el Gobierno. Estos inmigrantes, en su mayor parte marroquíes, sólo tienen garantizada una habitación hasta el próximo día 8 de junio.

En principio, la Generalitat y el Ayuntamiento creían que para esta fecha todos ellos habrían obtenido un permiso de trabajo y, por tanto, la oportunidad de ganarse la vida. Pero la realidad es muy distinta. Simon, un marroquí instalado en una pensión de la Barceloneta, aún no ha obtenido ninguna respuesta dos meses después de haber entregado toda la documentación para ser regularizado. 'Me dijeron que fuera paciente, que me harían los papeles. Todavía estoy esperando'. Este marroquí de mediana edad pasa casi todo el día en la plaza de Sant Agustí de Ciutat Vella. No tiene nada que hacer. Su compañero de habitación, un rumano llamado Iuri, está en una situación parecida. 'Pasé más de 30 días encerrado en Sant Agustí e hice la huelga de hambre: tiene que haber servido de algo'.

Sin embargo, nadie sabe lo que pasará con ellos. Un portavoz del área de Bienestar Social del Ayuntamiento recordaba ayer: 'Es el Gobierno el que tiene que solucionar la situación. Todo se arreglará si consiguen permiso para trabajar'. Lo mismo piensa la Generalitat, que está presionando a la Delegación del Gobierno para que conceda los permisos de trabajo a quienes se encerraron en las iglesias.

Ninguna de las dos instituciones se atreve a pronunciarse sobre si continuarán financiando el alojamiento de emergencia de los inmigrantes, aunque aclaran que sólo están obligadas a ello hasta el 8 de junio. 'No podemos seguir pagándolas indefinidamente', coinciden ambas instituciones.

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