OPINIÓN DEL LECTOR

Extraordinaria noticia

El reciente acuerdo del Gobierno de Suráfrica con las multinacionales farmacéuticas en relación con los medicamentos antisida (antirretrovirales) es una extraordinaria noticia. Este tema, como muchos de los relacionados con el sida, tiene implicaciones sanitarias, sociales, económicas, políticas, legales y éticas. La industria farmacéutica está jugando con inteligencia la defensa de sus intereses y ha reaccionado a tiempo, cambiando su estrategia de confrontación. La presión de la sociedad civil de los países ricos y pobres y la posición responsable de instituciones internacionales están tenie...

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El reciente acuerdo del Gobierno de Suráfrica con las multinacionales farmacéuticas en relación con los medicamentos antisida (antirretrovirales) es una extraordinaria noticia. Este tema, como muchos de los relacionados con el sida, tiene implicaciones sanitarias, sociales, económicas, políticas, legales y éticas. La industria farmacéutica está jugando con inteligencia la defensa de sus intereses y ha reaccionado a tiempo, cambiando su estrategia de confrontación. La presión de la sociedad civil de los países ricos y pobres y la posición responsable de instituciones internacionales están teniendo éxito. Curiosamente, la opinión de algunos expertos en salud pública que consideraban que -por decirlo de una forma breve y expresiva- 'es más importante establecer redes de agua potable que dar antirretrovirales' está quedando soslayada. Aunque el abaratamiento de los antirretrovirales podría haber parecido un imposible hace meses, es, paradójicamente, en mi opinión, la etapa más fácil. Lo difícil está en el futuro inmediato. Hay muchos países que no tienen las capacidades adquisitivas o tecnológicas para comprar o producir antirretrovirales, y carecen notablemente de profesionales sanitarios y de infraestructuras para la provisión apropiada de estos medicamentos dentro de una imprescindible atención integral de las enfermedades infecciosas. Para expresarlo simbólicamente, 'necesitan agua potable y medicamentos antisida'.

Pocos problemas de índole mundial ejemplifican tan excepcionalmente bien como el sida los retos de la aldea global y de la megaciudad cosmopolita del Tercer Mundo... y del primero. De la mano del sida se han producido grandes innovaciones médicas, se ha ampliado el conocimiento de la influencia del medio social sobre el enfermar, se ha identificado la necesidad de aproximar las labores asistenciales y las de prevención y se han planteado múltiples dilemas éticos. Tenemos la histórica oportunidad de que el sida en el Tercer Mundo nos enseñe a luchar contra las desigualdades sanitarias y sociales, identificar con rigor sus causas y, muy especialmente, revertirlas. El reto de establecer estrategias y programas sanitarios, y de colaborar entre instituciones y la sociedad civil de los países ricos y pobres, es abrumador. Para afrontarlo con cierta garantía de éxito se requieren al menos dos compromisos: con el mejor conocimiento científico sobre qué, cómo y cuándo hacer, y con la opción ética de la inequívoca defensa de los derechos humanos. Esta excepcional noticia del abaratamiento de los antirretrovirales para el Tercer Mundo, con su glamour mediático, debería ser un enzima que amplifique notablemente las reacciones concretas de control del sida en los países pobres, creando y mejorando sus sistemas sanitarios y generando bienestar social. Éste, y no otro, es el fin que, en justicia, debe comprometer a los países desarrollados.

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