La Administración ignoró el peligro para el acueducto de Peña Cortada

La Consejería de Cultura y Educación y el Ayuntamiento de Calles se desentendieron el pasado otoño de los posibles peligros que para el acueducto romano de la Peña Cortada, declarado Bien de Interés Cultural (BIC) en 1998, suponían unas obras que se estaban realizando en las inmediaciones. Después de que el grupo Ecologistas en Acción denunciara el peligro que suponía para la integridad del acueducto la construcción de una planta de lodos que llevaba a cabo la Diputación, la Consejería de Cultura se dirigió en octubre al Ayuntamiento de Calles para señalarle que toda obra que afecta a un monum...

La Consejería de Cultura y Educación y el Ayuntamiento de Calles se desentendieron el pasado otoño de los posibles peligros que para el acueducto romano de la Peña Cortada, declarado Bien de Interés Cultural (BIC) en 1998, suponían unas obras que se estaban realizando en las inmediaciones. Después de que el grupo Ecologistas en Acción denunciara el peligro que suponía para la integridad del acueducto la construcción de una planta de lodos que llevaba a cabo la Diputación, la Consejería de Cultura se dirigió en octubre al Ayuntamiento de Calles para señalarle que toda obra que afecta a un monumento declarado BIC requiere la autorización de la Dirección General de Patrimonio. No obstante, dejaba en manos del Ayuntamiento la adopción de las medidas cautelares necesarias para proteger el acueducto. El Ayuntamiento emitió en noviembre un informe en el que señalaba que no procedía 'adoptar medidas tan drásticas como la suspensión cautelar de las obras', pero añadía: 'No obstante, si la Dirección General de Patrimonio aprecia que las obras efectivamente constituyen una amenaza para el acueducto, este Ayuntamiento inmediatamente suspenderá las obras'.

Es decir, Patrimonio y el Ayuntamiento se desentendieron del asunto y no actuaron a tiempo para evitar lo que ha sucedido esta semana: parte del arco de piedra de la Peña Cortada se vino abajo el miércoles. Y ello a pesar de que tanto los ecologistas como los socialistas alertaron a ambas administraciones del peligro que se cernía sobre el acueducto. Los socialistas se interesaron por el asunto tanto en la Diputación como en las Cortes.