Once niños, tres radiadores y una maestra

Los centros rurales de Galicia se enfrentan a nuevos cierres cada año y a la resistencia de muchos profesores, pero los defienden a gritos casi todos los padres

Plan Nacional de Construcciones Escolares, 1958, campea en la fachada del edificio de arquitectura en serie, inequívocamente de los años sesenta, de la escuela rural. Otro letrero, Parque recreativo municipal infantil, preside un tobogán y un columpio. La de Areas es una de las escuelas unitarias que todavía perviven en Galicia, y una de las tres que hay en el Ayuntamiento de Paderne, una zona rural a media hora de A Coruña y a 15 minutos de Betanzos. La escuela de Areas es una de las 396 unitarias (una única aula y un profesor) que sobreviven en Galicia. Atiende a la población i...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

Plan Nacional de Construcciones Escolares, 1958, campea en la fachada del edificio de arquitectura en serie, inequívocamente de los años sesenta, de la escuela rural. Otro letrero, Parque recreativo municipal infantil, preside un tobogán y un columpio. La de Areas es una de las escuelas unitarias que todavía perviven en Galicia, y una de las tres que hay en el Ayuntamiento de Paderne, una zona rural a media hora de A Coruña y a 15 minutos de Betanzos. La escuela de Areas es una de las 396 unitarias (una única aula y un profesor) que sobreviven en Galicia. Atiende a la población infantil de cinco parroquias: Adragonte, Quintas, Obre, Paderne y San Xulián de Vigo, lo que supone en total unos 25 núcleos de población. A efectos escolares, 7 niñas y 4 niños.

El aula tiene unos 55 metros cuadrados, ambientados por tres radiadores y un deshumidificador. También hay una cabañita de madera y un microondas, y en el exterior hubo un invernadero. Todo este mundo, desde las 9.00 a las 14.00, está a cargo de Yolanda Sánchez, una maestra de 40 años con 18 de experiencia laboral, la mayoría en centros de los alrededores de A Coruña. Éste es, desde hace tres cursos, su primer destino rural. 'Estoy cómoda. Me lleva media hora ir y venir a casa y tengo más independencia, no hay director ni jefe de estudios. No noto diferencias con los niños que tenía antes, únicamente que los de aquí son gallegohablantes'.

Paderne (2.800 habitantes y 59 núcleos de población) vive fundamentalmente del campo, la ganadería y, sobre todo, de los invernaderos. Pero son los abuelos los que trabajan en el campo. Los padres de los niños de Areas son profesores, albañiles, carpinteros, metalistas. O están en el paro. 'Mi padre va de pesca y no hace nada', explica uno de los niños. Sus tres escuelas reúnen a 35 niños. Cada 15 días se reúnen los niños de las tres escuelas con los tres profesores en un polideportivo 'para reforzar los contactos', explican. En Areas sólo hay el segundo ciclo de educación infantil (de 3 a 5 años), pero en las otras dos de Paderne se imparte el primer ciclo de primaria (6 y 7 años) para evitar que las cierren. En el vecino Ayuntamiento de Irixoa ya no queda ninguna escuela unitaria. El año pasado, Yolanda Sánchez tuvo 14 alumnos y el anterior, 16. 'De todas formas, en el Ayuntamiento están muy contentos porque el año pasado nacieron 15 niños', asegura.

Con los hermanos mayores

El desplome de la pirámide de población no es la única amenaza para la supervivencia de las escuelas rurales. 'Aquí podría haber cinco o seis niños más, pero los padres los llevan al grupo de Betanzos, porque consideran que es de más categoría, o porque tienen hermanos mayores allí', asegura Soledad Rodríguez, una madre que ha venido a recoger a Estefanía, una de las niñas mayores. Estefanía tendrá que estudiar en el centro comarcal el próximo curso, contra la opinión de su madre: 'Hay quienes mandan a niños de tres años a Betanzos, porque les parece que aprenden más. Creo que están muy equivocados, y que allí están peor atendidos'.

Los niños, sin embargo, lo tienen claro. 'Yo quiero ir a Betanzos', dice Miguel asumiendo el liderazgo que le otorga sacar una cabeza a los demás, 'porque cuando tenga seis años ya seré mayor'. Marta, de cuatro años, está de acuerdo: 'Y además allí está Cristian, el que me levantaba la falda'. Son las dos de la tarde y llega Andrés con la furgoneta municipal que los lleva y los trae a la puerta de casa. Estefanía y su madre se quedan.

'Yo sólo pediría que estuviese esto algo más cuidado', dice Soledad Rodríguez. 'Yo, que pusieran teléfono', se conforma la maestra, que utiliza su móvil para dar y recibir recados, 'y en todo caso, algún profesor especialista, de educación física, por ejemplo'. 'O de música', tercia Soledad Rodríguez, que forma parte de la Banda de Gaitas de San Pantaleón das Viñas. 'Si estuviese constituido un colegio rural agrupado, un CRA, podríamos disponer incluso de una fotocopiadora', se lanza la maestra. 'La culpa es de las familias, deberíamos unirnos y hablar con Miguel', se anima la madre. Se refiere a Miguel Carnota, el concejal de Cultura y representante del BNG en el Ayuntamiento, que gobiernan socialistas, nacionalistas e independientes. Tiene 41 años y lleva 18 de maestro rural, dos menos que Alicia, su mujer, que comenzó este curso perdiendo una batalla contra el cierre de una escuela con siete niños en Pontedeume. Ambos participan en los movimientos pedagógicos de defensa de las escuelas rurales. 'Paderne es un Ayuntamiento atípico, destina al transporte escolar cinco millones de un presupuesto anual de 180 y ya lo hacían los gobiernos del PP. Pero la mayoría de los ayuntamientos no hacen nada, y cada año, la Xunta de Galicia cierra multitud de escuelas'.

¿Es rentable, económica o pedagógicamente, mantener una escuela unitaria a 15 kilómetros de una capital comarcal? 'Económicamente no sé; pedagógicamente, sí', responde Carnota. 'Esos 15 kilómetros pueden suponer más de una hora recogiendo niños por pistas forestales, y en invierno con noche cerrada. Y supone sobre todo apartarlos de su cultura, pero aquí no interesa defender lo rural. Los que tienen que desplazarse son los que dan el servicio, sea docente o médico, no los que lo reciben. Pero ni las autoridades, por razones económicas, ni muchos profesores, por razones personales, aceptan la rotación o itinerancia'.

En Galicia, la Consejería de Educación contabiliza 53.000 alumnos en educación infantil, 137.000 en primaria, 125.000 en la ESO y 97.000 en enseñanzas posobligatorias, como bachillerato y FP. Pero no tiene estimaciones de cuántos estudian en el rural. Entre los 1.556 centros de todo tipo existentes en la comunidad, sólo hay 16 CRA y 70 centros públicos integrados, donde se imparten infantil, primaria y secundaria, un sistema a menudo criticado desde el punto de vista pedagógico.

'Habría que potenciar los CRA, pero en toda la provincia de Lugo, la más despoblada, no hay ninguno', asegura Tereixa Novo, de la Confederación Intersindical Galega, el sindicato mayoritario en la enseñanza en esta comunidad, pero matiza la postura sobre los centros públicos integrados: 'Son necesarios y positivos en determinadas zonas, pero también los han creado al lado de ciudades'.

A las 2.35 pasa frente a la escuela de Areas el autobús escolar que viene de Betanzos, va semilleno. 'En mis tiempos, íbamos cuatro por asiento', recuerda Soledad Rodríguez.

Archivado En