La clase aislada

La agrupación de escuelas con una misma dirección permite la supervivencia de los centros rurales

La escuela rural no es sólo la escuela de los pueblos. Las diferencias y peculiaridades territoriales han configurado modelos educativos desiguales con necesidades y soluciones diferenciadas. En unas regiones, los niños llevan acompañante en el transporte escolar; en otras tienen libros gratis; el kilometraje de los profesores itinerantes se paga mejor en unos sitios que en otros. Las quejas, sin embargo, suelen ser las mismas: un alto porcentaje de interinos que bailan de un pueblo a otro hasta conseguir su plaza en la ciudad y que crea inestabilidad en el alumnado; poco dinero para ga...

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La escuela rural no es sólo la escuela de los pueblos. Las diferencias y peculiaridades territoriales han configurado modelos educativos desiguales con necesidades y soluciones diferenciadas. En unas regiones, los niños llevan acompañante en el transporte escolar; en otras tienen libros gratis; el kilometraje de los profesores itinerantes se paga mejor en unos sitios que en otros. Las quejas, sin embargo, suelen ser las mismas: un alto porcentaje de interinos que bailan de un pueblo a otro hasta conseguir su plaza en la ciudad y que crea inestabilidad en el alumnado; poco dinero para gastos de funcionamiento y un presupuesto escaso que se reparte con igual criterio en la ciudad y en el campo. 'La escuela rural necesita más dinero aunque tenga menos niños y no hay la necesaria discriminación positiva', se lamenta José Manuel Resch, vocal de la confederación laica de asociaciones de padres (CEAPA).

El problema de más actualidad se viene planteando con la educación secundaria. El mismo conflicto rebrota aquí y allá periódicamente. En Extremadura, los padres se pusieron en pie de guerra a principios de este curso: se negaban a que sus hijos viajaran hasta otros pueblos para continuar sus estudios de secundaria. Pero profesores y padres coinciden en que el aislamiento que sufre la escuela rural no debe permitirse en este nivel educativo. El secretario regional de Enseñanza Pública en Aragón, Fermín Eduardo García, explica: 'Si cursan secundaria en los pueblos, no tendrán suficientes recursos y estarán mezclados con niños de otros niveles. Más tarde tendrán problemas de socialización y de adaptación en clases masificadas'.

Desde el Sindicato de Trabajadores de la Enseñanza (STE) en Asturias, Norberto Martín opina que 'la estructura de los CRA es inviable para la secundaria. Lo que hay que hacer es mancomunar esos recursos para que los alumnos no tengan que desplazarse ni alejarse mucho. Las familias deben tomar conciencia de que eso es lo mejor. Quedarse en los pueblos en esos casos, no es útil ni pedagógico'.

En CC OO piensan de forma parecida. 'Donde deben estar los de secundaria es en los institutos', dice José Manuel Barreira, miembro de este sindicato en Galicia.

Y, por parte de la CEAPA, José Manuel Resch afirma: 'La secundaria debe estar en los institutos, con una buena red de centros allí donde el transporte resulte más complicado'.

El muy reducido número de habitantes y un cierto aislamiento son dos características fundamentales que han de darse para poder hablar con propiedad de escuela rural y de los problemas y singularidades que la hacen distinta. En función de esas dos circunstancias se van dibujando diversos tipos de agrupaciones escolares con los matices que añade cada Administración regional:

- Aula unitaria. Es la clase radicada en una aldea donde conviven alumnos de diferentes edades. Para que permanezca abierta debe haber al menos cuatro o cinco niños, pero en algunos casos, cuando el transporte hasta otros centros escolares es especialmente dificultoso, se permiten aulas unitarias con menos alumnos.

- Colegio comarcal. Cuando en la aldea no hay suficientes niños para formar una clase, los chicos se desplazan a los colegios comarcales, que disponen de comedor. Pasan allí todo el día y vuelven a casa al finalizar la jornada. Normalmente se exige que el viaje de ida y vuelta no supere lo 30 kilómetros (o los 30 minutos), pero no siempre es así. Y a veces los niños tienen que esperar en la calle hasta que abren los centros.

- Escuela hogar. Es como un colegio comarcal, pero no se vuelve a casa cada día, sino que los niños pasan toda la semana internos. Eran muy comunes en los años setenta, pero los padres y los profesores prefieren ahora que se haga un esfuerzo por mantener las aulas unitarias abiertas en cada aldea para que los más pequeños no estén alejados de sus familias toda la semana y no sufran tan temprano desarraigo. Estos centros se han ido convirtiendo en residencias para alumnos de educación secundaria.

Hay, sin embargo, alguna que permanece abierta porque el transporte escolar diario se hace imposible por las malas comunicaciones o el clima extremo, con grandes nevadas que dejan aislados los pueblos y cortados los caminos.

- Centro incompleto. Se llama así al modelo escolar que se encuentra en los pueblos de tamaño medio, donde el número de alumnos es algo mayor, pero no tanto como para tener una clase por cada etapa, porque para algunos cursos no hay niños de esa edad. O hay demasiado pocos. En este último caso, la LOGSE prevé que se formen aulas de ciclo, mezclando en ellas alumnos de diferente edad.

- Centros rurales agrupados (CRA). Docentes y padres ven en este modelo el más adecuado para mantener viva la escuela rural. Para paliar el aislamiento y obtener una mayor calidad educativa, las escuelas rurales de distintos pueblos suelen agruparse y funcionar de forma conjunta en el plano administrativo. Tienen un equipo directivo y un consejo escolar en común. En cada aldea hay profesores tutores con destino fijo que imparten las enseñanzas básicas. El profesorado especialista -de inglés, educación física y música- se organiza para ir de pueblo en pueblo de forma itinerante.

En Cataluña, los centros rurales agrupados se llaman zona rural agrupada (ZER). Allí, según cuenta el secretario general de la Federación de Enseñanza de UGT en Lleida, Javier Giménez, 'los pueblos están próximos y el aislamiento es menor'. Los ZER funcionan de forma semejante a los CRA. 'Cuando el profesor itinerante llega a un centro se divide la clase y, mientras unos chicos estudian la asignatura del especialista, el maestro del pueblo se dedica más a fondo al otro grupo. Esto, como hay varios especialistas, ocurre varias horas a la semana', dice Giménez.

Las agrupaciones de centros mitigan el aislamiento que sufren profesores y alumnos porque se organizan reuniones periódicas en alguno de los pueblos. 'Los profesores necesitamos vernos las caras de vez en cuando', dice Norberto Martín Gómez, profesor rural y miembro del STE. Para los alumnos, estas jornadas de convivencia son, en ocasiones, la única oportunidad de poder jugar con niños de la misma edad. Los centros rurales de innovación educativa son estructuras que se superponen a los CRA y desde donde se organizan actividades educativas y lúdicas para poner en contacto a las escuelas agrupadas.

Trabajar de forma conjunta contribuye a mantener abiertas las escuelas y facilita las clases de los especialistas. Además, 'si no se agrupan los centros, se pierden ingresos', añade Javier Giménez.

Por contra, los profesores itinerantes exponen algunas quejas: los kilómetros mal pagados y el peligro de la conducción, que no se reconoce sobre el papel. Les gustaría además tener acceso a una formación permanente, muy centralizada en las ciudades.

Para los padres, el problema de estas agrupaciones es 'que los especialistas pasan más tiempo en la carretera que en clase', se lamenta José Manuel Resch.

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