Europa contempla con aprensión la nueva Administración norteamericana

¿Por qué? Pues porque se teme que si Clinton se comportó de forma moralista en su política exterior y con cinismo en la interior, Bush haga exactamente lo contrario: moralismo y religiosidad en el interior y cinismo o pura política de poder (realpolitik) en el exterior. En Davos, todos los ojos están puestos en la hiperpotencia. No sólo por el efecto de arrastre que pueda tener un enfriamiento de su economía, sino también por su posible comportamiento como Estado central en una globalización que para muchos parece americanización. Sin embargo, algunos, como el ministro de Finanzas franc...

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¿Por qué? Pues porque se teme que si Clinton se comportó de forma moralista en su política exterior y con cinismo en la interior, Bush haga exactamente lo contrario: moralismo y religiosidad en el interior y cinismo o pura política de poder (realpolitik) en el exterior. En Davos, todos los ojos están puestos en la hiperpotencia. No sólo por el efecto de arrastre que pueda tener un enfriamiento de su economía, sino también por su posible comportamiento como Estado central en una globalización que para muchos parece americanización. Sin embargo, algunos, como el ministro de Finanzas francés, Laurent Fabius, cree ver que, sobre todo, lo que se producirá es un movimiento de regionalización, que ganará inercia. Pues para el ex primer ministro francés, la reconciliación de lo regional y lo global pasa por la regionalización del mundo.

Globalización y regionalización pueden crear tensiones, según el gobernador de Tokio, Shintaro Ishirara, que se lanzó en una dura crítica contra EE UU y contra la manera en que se había gestionado las crisis asiáticas. También un empresario de Hong Kong, Ronnie Chan, insistió en la necesidad de no alienar a China, no crear un enemigo.

Temor también con el proyecto de defensa contra misiles balísticos (National Misile Defence) que la Administración apoya. Habrá que ver cómo reaccionan, de verdad, los europeos. Entretanto, frente a la era Clinton, Moisi cree que puede haber un rechazo europeo hacia Bush, 'no por lo que EE UU hace (que hacía antes), sino por lo que es' (pena de muerte, no respeto a normas medioambientales en el mundo, etcétera), aunque con una Administración profesional -aunque el propio George Bush ha viajado poco al extranjero- que puede ser más abierta que la anterior en el terreno comercial, especialmente a América Latina y a México, en transición, presidido por un Fox -calzado con botas vaqueras en Davos- que se declaró partidario de un segundo estadio de profundización del área NAFTA, pero que públicamente, sobre todo, le dio importancia a desarrollar su nuevo acuerdo de libre comercio con la Unión Europea.

Resulta curioso cómo en Davos la sociedad civil, las empresas e incluso algunas ONG invitadas pesan cada vez más frente a los representantes de los Gobiernos, algo distanciados. Es sobre todo el Tercer Mundo el que acude aquí, a darse a conocer y a cerrar negocios con los empresarios presentes. Pues no cabe olvidar que Davos es esencialmente un negocio que vive de la globalización, pero que justamente, dada la mayor facilidad para los contactos por otras vías, puede acabar vaciando de sentido este Foro Económico Mundial, pero del que nunca se ha ido completamente la geopolítica.

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