Tribuna:LA SEGURIDAD CIUDADANA EN EUSKADI

¿Es el País Vasco una comunidad segura?

Considera el autor un sarcasmo afirmar que el País Vasco es seguro cuando el 78% de la población no lo siente así.

Dice el allcalde de Getxo, IñakiZarraoa, que en Euskadi existe una 'sensación de seguridad' muy superior a la del resto del Estado (EL PAÍS, 4-1-2001). Coincide el mandatario nacionalista con un lema que machaconamente se traslada desde las instituciones vascas, que repiten que el País Vasco es un lugar 'seguro', a pesar del terrorismo, en todas sus formas. Algunas autoridades han llegado a comparar la kale borroka con los sucesos de El Ejido y se ha insinuado que ETA mata menos que el narcotráfico, lo cual no deja de ser una curiosa consideración de sus motivaciones ideológicas, amén d...

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Dice el allcalde de Getxo, IñakiZarraoa, que en Euskadi existe una 'sensación de seguridad' muy superior a la del resto del Estado (EL PAÍS, 4-1-2001). Coincide el mandatario nacionalista con un lema que machaconamente se traslada desde las instituciones vascas, que repiten que el País Vasco es un lugar 'seguro', a pesar del terrorismo, en todas sus formas. Algunas autoridades han llegado a comparar la kale borroka con los sucesos de El Ejido y se ha insinuado que ETA mata menos que el narcotráfico, lo cual no deja de ser una curiosa consideración de sus motivaciones ideológicas, amén de un disparate criminológico.

Desde una perspectiva técnica de la seguridad, está consolidada la demostración de la similitud de los indicadores de delincuencia entre los territorios vascos y otros de parecidas características. El último dato de 'criminalidad oficial' (recogido en la Memoria de la Fiscalía General del Estado de 1999) redunda en el mismo sentido y sitúa al País Vasco en niveles similares a Castilla-León y Castilla-La Mancha, que son comunidades de población parecida a la nuestra, lejos de comparaciones improcedentes con Madrid, Barcelona o Sevilla. Claro que, si tenemos en cuenta que aquí se gasta mucho más en seguridad pública o que casi doblamos la tasa de policía por habitantes, la lectura del asunto puede ser otra, porque ya se sabe que cristales para mirar hay muchos.

Un ejemplo de curioso vidrio para enfocar la delincuencia es el del Departamento de Interior del Gobierno vasco. En abril del 2000 anunció públicamente que los delitos contra el patrimonio en la comunidad autónoma descendieron entre 1998 y 1999 un 13%, registrándose en el último año 33.727 casos. Luego la Memoria de la Fiscalía señaló en septiembre que ese tipo de delitos había aumentado un 2,36%, con un total para 1999 de ¡76.541 diligencias!

Alguien tendrá que preguntarse qué pasa aquí, máxime cuando en algunos tipos delictivos la diferencia es pasmosa, como en las estafas o en el capítulo de 'daños'. En este último ámbito, para el Departamento de Interior hubo en 1999 un total de 3.687 casos y para la Fiscalía, 12.593. Es curioso este aspecto, tan relacionado con los efectos de la 'violencia callejera', que para el Gobierno vasco descendió entre 1998 y 1999 en un 38,7%, aunque en los datos oficiales de la Fiscalía se mantuvo estable (12.447 casos en 1998).

Cualquier día vamos a morirnos de éxito, y es que parece que no sabemos apreciar la labor de nuestros padres patrios. Aunque la realidad se impone tozuda y una muestra es la expuesta en el último Euskobarómetro (noviembre 2000). A ver cómo se explica que el 78% de la población del País Vasco considere que en su territorio la seguridad de las personas está 'poco' o 'nada' garantizada (con un 8% de los encuestados que no contesta). Es una cuestión muy preocupante y representa un severo correctivo a la labor de la Policía Vasca. Un último dato: el Anuario Social de España 2000, presentado por la Fundación La Caixa, en el indicador de 'Seguridad y Justicia', sitúa a Álava en el puesto 48, Vizcaya en el 49 y a Guipúzcoa en el 50, de 50 posibles.

Es tiempo de cordura y de dejarnos de tópicos, como el de nuestra pretendida 'sensación de seguridad'. Ni esto es el Far West que algunos presentan, ni el limbo que otros exponen. Debemos enfrentarnos al problema con toda su crudeza y para eso necesitamos saber más del fenómeno en cuestión. Varias veces se ha hablado de la creación de un observatorio para la delincuencia en al País Vasco y seguimos sin respuesta. Tenemos que esforzarnos por presentar un Plan de Seguridad Pública sensato y práctico, con los datos conocidos. El comisario europeo de Asuntos de Justicia e Interior, Antonio Vitorino, ha marcado en su campo un scoreboard, una especie de cuaderno de abordo con todas las acciones que hay que realizar para cumplir sus objetivos. Puede ser un buen instrumento de orientación, porque a veces da la sensación de que estamos en un dibujo de Piranesi, en el que nuestros gobernantes se imaginan estar subiendo la escalera del triunfo político, cuando en realidad estamos bajando hacia el fracaso institucional.Dice el allcalde de Getxo, IñakiZarraoa, que en Euskadi existe una 'sensación de seguridad' muy superior a la del resto del Estado (EL PAÍS, 4-1-2001). Coincide el mandatario nacionalista con un lema que machaconamente se traslada desde las instituciones vascas, que repiten que el País Vasco es un lugar 'seguro', a pesar del terrorismo, en todas sus formas. Algunas autoridades han llegado a comparar la kale borroka con los sucesos de El Ejido y se ha insinuado que ETA mata menos que el narcotráfico, lo cual no deja de ser una curiosa consideración de sus motivaciones ideológicas, amén de un disparate criminológico.

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Desde una perspectiva técnica de la seguridad, está consolidada la demostración de la similitud de los indicadores de delincuencia entre los territorios vascos y otros de parecidas características. El último dato de 'criminalidad oficial' (recogido en la Memoria de la Fiscalía General del Estado de 1999) redunda en el mismo sentido y sitúa al País Vasco en niveles similares a Castilla-León y Castilla-La Mancha, que son comunidades de población parecida a la nuestra, lejos de comparaciones improcedentes con Madrid, Barcelona o Sevilla. Claro que, si tenemos en cuenta que aquí se gasta mucho más en seguridad pública o que casi doblamos la tasa de policía por habitantes, la lectura del asunto puede ser otra, porque ya se sabe que cristales para mirar hay muchos.

Un ejemplo de curioso vidrio para enfocar la delincuencia es el del Departamento de Interior del Gobierno vasco. En abril del 2000 anunció públicamente que los delitos contra el patrimonio en la comunidad autónoma descendieron entre 1998 y 1999 un 13%, registrándose en el último año 33.727 casos. Luego la Memoria de la Fiscalía señaló en septiembre que ese tipo de delitos había aumentado un 2,36%, con un total para 1999 de ¡76.541 diligencias!

Alguien tendrá que preguntarse qué pasa aquí, máxime cuando en algunos tipos delictivos la diferencia es pasmosa, como en las estafas o en el capítulo de 'daños'. En este último ámbito, para el Departamento de Interior hubo en 1999 un total de 3.687 casos y para la Fiscalía, 12.593. Es curioso este aspecto, tan relacionado con los efectos de la 'violencia callejera', que para el Gobierno vasco descendió entre 1998 y 1999 en un 38,7%, aunque en los datos oficiales de la Fiscalía se mantuvo estable (12.447 casos en 1998).

Cualquier día vamos a morirnos de éxito, y es que parece que no sabemos apreciar la labor de nuestros padres patrios. Aunque la realidad se impone tozuda y una muestra es la expuesta en el último Euskobarómetro (noviembre 2000). A ver cómo se explica que el 78% de la población del País Vasco considere que en su territorio la seguridad de las personas está 'poco' o 'nada' garantizada (con un 8% de los encuestados que no contesta). Es una cuestión muy preocupante y representa un severo correctivo a la labor de la Policía Vasca. Un último dato: el Anuario Social de España 2000, presentado por la Fundación La Caixa, en el indicador de 'Seguridad y Justicia', sitúa a Álava en el puesto 48, Vizcaya en el 49 y a Guipúzcoa en el 50, de 50 posibles.

Es tiempo de cordura y de dejarnos de tópicos, como el de nuestra pretendida 'sensación de seguridad'. Ni esto es el Far West que algunos presentan, ni el limbo que otros exponen. Debemos enfrentarnos al problema con toda su crudeza y para eso necesitamos saber más del fenómeno en cuestión. Varias veces se ha hablado de la creación de un observatorio para la delincuencia en al País Vasco y seguimos sin respuesta. Tenemos que esforzarnos por presentar un Plan de Seguridad Pública sensato y práctico, con los datos conocidos. El comisario europeo de Asuntos de Justicia e Interior, Antonio Vitorino, ha marcado en su campo un scoreboard, una especie de cuaderno de abordo con todas las acciones que hay que realizar para cumplir sus objetivos. Puede ser un buen instrumento de orientación, porque a veces da la sensación de que estamos en un dibujo de Piranesi, en el que nuestros gobernantes se imaginan estar subiendo la escalera del triunfo político, cuando en realidad estamos bajando hacia el fracaso institucional.

Teo Santos es ertzaina y miembro de la junta rectora del sindicato Erne.Teo Santos es ertzaina y miembro de la junta rectora del sindicato Erne.

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