EUSKAL HERRIA ESCONDIDA

Junto al santuario de la Encina

La villa de Artziniega, de gran interés histórico, es sede de la patrona de Álava

Artziniega es el portal del valle de Ayala para aquellos que accedían a este territorio alavés por su extremo más noroccidental, procedentes desde las Encartaciones vizcaínas y el valle burgalés de Mena en dirección al centro de Álava y otras zonas de la Meseta castellana. A su condición de villa, con lo que tuvo que soportar en la Edad Media, se une tener en su terreno al santuario a la Virgen de la Encina, que son quinientos años de devoción a una imagen surgida alrededor de un árbol emblemático, en un p...

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La villa de Artziniega, de gran interés histórico, es sede de la patrona de Álava

Artziniega es el portal del valle de Ayala para aquellos que accedían a este territorio alavés por su extremo más noroccidental, procedentes desde las Encartaciones vizcaínas y el valle burgalés de Mena en dirección al centro de Álava y otras zonas de la Meseta castellana. A su condición de villa, con lo que tuvo que soportar en la Edad Media, se une tener en su terreno al santuario a la Virgen de la Encina, que son quinientos años de devoción a una imagen surgida alrededor de un árbol emblemático, en un paraje con ese magnetismo que sólo tienen los grandes lugares sagrados.Afortunadamente, este extremo del valle de Ayala se conserva ajeno a la masificación de otros enclaves. Así que, relegado su papel de cruce de caminos, sólo se mantiene viva una devoción mariana que trasciende a las comarcas vecinas. Pero, aparte de estos visitantes, Artziniega se conserva casi desconocida, con su casco histórico de villa clásica, sus torres reveladoras de un pasado notable y sus barrios, poseedores todos ellos de encantos arquitectónicos y paisajísticos.

Aunque las fechas más antiguas referentes a Artziniega se remontan al año 1272, cuando Alfonso X extiende la carta puebla a este lugar, hay quien vincula la villa alavesa con un espacio fortificado romano, llamado Arracillum, enclave resistente en la frontera del Imperio con la denominada región de Cantabria. No sería de extrañar, dada la ubicación del lugar, al final de un valle amplio, junto al monte de la Peña y frente a la sierra de Ordunte.

De todos modos y aunque no sean ciertas esas leyendas, esa colina que luego acogió a Artziniega era la idónea para un espacio fortificado y resistente a agresiones externas, razón fundamental también en la creación de las villas. Por los relatos que han llegado hasta hoy, la muralla de la entrada del valle de Ayala por el norte debía ser prácticamente inexpugnable, lo que colaboró también para que, en tiempos de paz, el lugar se convirtiera en una cita imprescindible para la celebración de mercados. Y también de aquellas ferias de ganado, que se celebraban en septiembre en las campas del Santuario de La Encina y que desde hace diez años se han recuperado en el célebre mercado medieval que se organiza el primer domingo de septiembre.

La villa está a la altura de estos célebres acontecimientos mundanos. Ahí está la muralla, de la que sólo quedan vestigios en el lado sur (a pesar de las múltiples agresiones que sufrió en el siglo pasado con la invasión napoleónica y las guerras carlistas); o el casco histórico, que tiene las calles de Arriba y de En Medio como las mejor conservadas, de aquella primera configuración gótico-renacentista.

Y hay todavía más, como ese convento de las Agustinas, conjunto arquitectónico que cuenta con la torre que da a la Goiko-Plaza y dos casas más contiguas. Sin olvidar la casa-torre Bengoa o la parroquia, la primera casa-ayuntamiento de Artziniega, con un interesante retablo mayor barroco.

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Pero el lugar por excelencia de la localidad se encuentra fuera del recinto de la villa. El santuario de Nuestra Señora de la Encina, a las afueras del pueblo, cuenta con algunos elementos que dan fe de la categoría del templo, desde que se levantó a finales del siglo XV. La que es patrona de Álava, junto a San Prudencio, tiene, por ejemplo, uno de los retablos más interesantes de todo el País Vasco. Sólo por el disfrute de sus relieves merece una visita a este rincón del valle de Ayala.

Se trata de una obra gótico-flamenca, en la que se narran escenas de la vida de Jesús y la Virgen, con una referencia especial al momento aquel en que se apareció en el lugar, sobre una encina, y el consiguiente plieto entre la tierra de Ayala y Artziniega, entonces enfrentadas, para decidir dónde se tenía que levantar el templo.

En la hospedería del santuario se ha habilitado un museo, con referencia a las tradiciones locales, en las que no faltan historias vinculadas con el famoso Canciller don Pedro López de Ayala, marqués de Santillana y personaje que, cinco siglos después, continúa siendo referencia hasta en Artziniega, villa con la que nunca hizo buenas migas.

Los datos

Cómo llegar: La localidad alavesa de Artziniega se encuentra en el extremo noroccidental de este territorio. Desde Vitoria, el acceso es por la N-622 donde se toma la A-624 que llega a Artziniega después de pasar por Amurrio. Desde Bilbao, la ruta pasa por la BI-636, hasta Sudupe, donde se coge la BI-2604.Alojamiento: El Hotel Torre de Artziniega es el establecimiento más atractivo (tel. 945 396565), aunque también hay posibilidad de acudir aal albergue Maristen (tel. 945 396010).

Comer: Además de los citados, está Casa Andrea (tel. 945396640), El Fresno (tel. 945396399) o La Encina (tel. 945396040).

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