Cartas al director

El debate sobre la transición

Javier Tusell me atribuye, en su artículo ¿Fue modélica la transición a la democracia? (2 de noviembre de 2000), posturas que no sostengo. En mi artículo indicaba que las derechas españolas debieran condenar sin ambigüedades el franquismo, de lo que Tusell deduce abusivamente que estoy pidiendo el procesamiento de personas como Aranguren o Ridruejo por su pasado franquista. En realidad, lo que estaba yo pidiendo era precisamente lo contrario de lo que Tusell me atribuye, es decir, que las derechas siguieran el ejemplo de estas personas, que condenaron su propio pasado franquista, así co...

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Javier Tusell me atribuye, en su artículo ¿Fue modélica la transición a la democracia? (2 de noviembre de 2000), posturas que no sostengo. En mi artículo indicaba que las derechas españolas debieran condenar sin ambigüedades el franquismo, de lo que Tusell deduce abusivamente que estoy pidiendo el procesamiento de personas como Aranguren o Ridruejo por su pasado franquista. En realidad, lo que estaba yo pidiendo era precisamente lo contrario de lo que Tusell me atribuye, es decir, que las derechas siguieran el ejemplo de estas personas, que condenaron su propio pasado franquista, así como el régimen dictatorial, al que se opusieron.Igual tergiversación de mi postura ocurre cuando Tusell escribe que estoy rechazando la transición en su totalidad. No es cierto. Indicar que la transición no fue modélica no quiere decir que la rechace en su totalidad, sino que la considero insuficiente y poco equilibrada, requiriendo una modificación profunda para alcanzar una mayor democratización de nuestras instituciones, incluyendo la posibilidad de cuestionar la Monarquía y realizar la crítica a la persona que la representa si así se lo merece, rompiendo con el consenso mediático acrítico hacia aquella institución. Tusell, que ha escrito en términos adulatorios del presente Monarca, parece creer que tal crítica es innecesaria, resultado de la gran popularidad de la Monarquía, sin apercibirse de que la segunda -su popularidad- es, en gran parte, resultado de la primera, es decir, del consenso mediático en no criticarla. En realidad, un indicador del déficit democrático español que padecemos se mostró hace unos días cuando, a raíz del aniversario del nombramiento del Monarca español por las Cortes franquistas en 1975, hubo un aplauso prácticamente unánime en los medios de información españoles hacia la Monarquía con ausencia de voces disonantes críticas de tal institución y su representante. Tal ausencia de diversidad es, por desgracia, un indicador más de que nuestra democracia es todavía incompleta.

En cuanto a la negativa de Tusell de que la derecha tenga ventajas en los medios de comunicación, me limito a tomar nuestro intercambio como ejemplo. Tusell escribe con gran periodicidad en este diario, mientras que a mí se me permite escribir con menor frecuencia, lo cual me ha forzado a responderle a través de las cartas al director en lugar de un artículo más extenso, como hubiera sido mi deseo.- Vicenç Navarro. Barcelona.

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