Cartas al director

Error y muerte

Leo las sobrecogedoras declaraciones de la ministra de Sanidad con respecto al "incidente" del hospital de Melilla y me asombro, una vez más, de la capacidad lenitiva y simplificadora que ostenta el lenguaje políticamente correcto. Admiro el grado de pulcritud con que se pueden conjugar en una misma frase dos palabras que, a pesar de que la Real Academia no valore antagónicas, la sensibilidad insinúa incompatibles: error y muerte.Yo quería reflexionar sobre lo triste que es morir, sea cual sea el motivo, y que la muerte no atiende a categorías. Pero lo único que consigo es apenarme sobre el es...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

Leo las sobrecogedoras declaraciones de la ministra de Sanidad con respecto al "incidente" del hospital de Melilla y me asombro, una vez más, de la capacidad lenitiva y simplificadora que ostenta el lenguaje políticamente correcto. Admiro el grado de pulcritud con que se pueden conjugar en una misma frase dos palabras que, a pesar de que la Real Academia no valore antagónicas, la sensibilidad insinúa incompatibles: error y muerte.Yo quería reflexionar sobre lo triste que es morir, sea cual sea el motivo, y que la muerte no atiende a categorías. Pero lo único que consigo es apenarme sobre el estado agónico del lenguaje y su manipuladora capacidad de adaptación. Basta con repetir las mismas trampas semánticas insistentemente para que éstas acaben por incorporarse a esa galería de tópicos con que nos hemos acostumbrado a describir la realidad: se renuncia a su principio de verosimilitud para hacerla así más tolerable.

Quizá por ello tampoco sea del todo lícito culpar a la ministra de lo que no es más que un simple error de interpretación. Ya lo dijo Wittgenstein: "Todo aquello que no sabemos pronunciar no existe". Firmado con pesar.- Elena Aranda Martínez. Barcelona.

Haz que tu opinión importe, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Archivado En