CRISIS EN EL GOBIERNO FRANCÉS

El Gabinete de la izquierda plural pierde poco a poco a sus pesos pesados

Las distintas crisis que ha vivido el Ejecutivo dirigido por Lionel Jospin desde que se puso en marcha en el verano de 1997 puede que hayan acabado por desequilibrarlo. Cuando se formó contaba en su seno con Bernard Kouchner, hoy delegado de la ONU en Kosovo y encarnación del triunfo mundial de las ONG. Tenía como superministro de Economía y Finanzas a Dominique Strauss-Kahn, un liberal que se llevaba bien con los empresarios pero aún mejor con Jospin y el partido. Su sustituto, Laurent Fabius, tiene un perfil más político y menos profesional, inspira menos simpatía y confianza. La cart...

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Las distintas crisis que ha vivido el Ejecutivo dirigido por Lionel Jospin desde que se puso en marcha en el verano de 1997 puede que hayan acabado por desequilibrarlo. Cuando se formó contaba en su seno con Bernard Kouchner, hoy delegado de la ONU en Kosovo y encarnación del triunfo mundial de las ONG. Tenía como superministro de Economía y Finanzas a Dominique Strauss-Kahn, un liberal que se llevaba bien con los empresarios pero aún mejor con Jospin y el partido. Su sustituto, Laurent Fabius, tiene un perfil más político y menos profesional, inspira menos simpatía y confianza. La cartera de Educación era para Claude Allègre, un amigo personal del primer ministro que éste tuvo que sacrificar ante la fuerza conservadora de los sindicatos de enseñantes. Le ha reemplazado Jack Lang, un conciliador y espléndido relaciones públicas. Lang garantiza la paz social a cambio de mantener los privilegios adquiridos. Lang es, además, un símbolo de que la ruptura con el mitterrandismo fue menos radical de lo que se quiso aparentar.El próximo octubre será Martine Aubry la que se vaya a intentar conquistar la alcaldía de Lille. Ella representaba una sensibilidad social que ahora quedará huérfana de liderazgo, como huérfanos van a estar los jacobinos y republicanos impenitentes tras la marcha de Chevènement.

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De pronto Jospin tiene pocos pesos pesados en su equipo; acaso sólo Laurent Fabius, que no es precisamente persona con la que tenga grandes afinidades. Y no sólo eso: los ecologistas, sin el contrapeso chevènementista pueden sentir la tentación de ir demasiado deprisa en asuntos delicados como el de la regionalización o el de la inmigración ilegal.

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