María Ángeles preparaba a conciencia sus viajes de aventura

La familia de María Ángeles Gironés, de 34 años, y su hijo Cristóbal Molina, de 14 años, asesinados el sábado en el norte de India, mientras practicaban senderismo en la cordillera del Himalaya, estaba ayer apesadumbrada en su domicilio de Valencia. Profesora de inglés en un instituto valenciano, María Ángeles era una persona muy vital, generosa e inquieta, disfrutaba con la naturaleza y estaba en una buena condición física gracias a la práctica de los distintos deportes a los que era aficionada. Le gustaban, entre otros, el submarinismo, el montañismo, y "últimamente estaba dedicada al esquí"...

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La familia de María Ángeles Gironés, de 34 años, y su hijo Cristóbal Molina, de 14 años, asesinados el sábado en el norte de India, mientras practicaban senderismo en la cordillera del Himalaya, estaba ayer apesadumbrada en su domicilio de Valencia. Profesora de inglés en un instituto valenciano, María Ángeles era una persona muy vital, generosa e inquieta, disfrutaba con la naturaleza y estaba en una buena condición física gracias a la práctica de los distintos deportes a los que era aficionada. Le gustaban, entre otros, el submarinismo, el montañismo, y "últimamente estaba dedicada al esquí", comentó ayer su hermano, Josep. Su afición por los deportes denominados "de riesgo" hacía que sus familiares pensaran a menudo en los peligros inherentes. La posibilidad de que sufriera un accidente, de que se despeñara escalando una montaña o se asfixiara en una inmersión entraba dentro de lo posible. La familia estaba alerta de los riesgos. No podía ser de otra manera. "Siempre pensamos que podría pasar", apuntó el hermano. Pero de ningún modo podían imaginarse el trágico y brutal desenlace, y mucho menos que el hijo fuera también una de las víctimas. "Ahora, la afición por la aventura se los ha llevado", decía el sábado la madre de María Ángeles Gironés con un gesto de profunda tristeza, más que de rabia contenida.

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María Ángeles preparaba a conciencia sus viajes. Estudiaba las rutas y dejaba a sus padres información útil para intentar localizarla por cualquier eventualidad. Así lo hizo antes de partir a mediados de agosto hacia India en compañía de su hijo y del ciudadano británico Martin Young para hacer senderismo por uno de los parajes más bellos del Himalaya. Tenían que haber regresado a Valencia el 8 de septiembre. Pasada la sensación de incredulidad de las primeras horas, cuando le notificaron los fallecimientos, la familia reclama intimidad.

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