TRAGEDIA EN EL ÁRTICO

Moscú consulta con la OTAN mientras Putin guarda silencio sobre el siniestro del 'Kursk'

Moscú inició consultas anoche con la OTAN para intentar salvar a la tripulación del submarino atómico Kursk. Sin embargo el presidente Vladímir Putin, que guarda un extraño silencio, ha mantenido desde el primer momento inalterable su plan de vacaciones; permanece descansando en Sochi, en las costas del mar Negro, junto a su familia. Este accidente y la suerte de sus ocupantes podría acarrear serias consecuencias a sus planes militares, entre los que destaca la necesidad de potenciar la Marina con el fin de restablecer la presencia que tuvo en tiempos soviéticos.

En Nochevieja, horas de...

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Moscú inició consultas anoche con la OTAN para intentar salvar a la tripulación del submarino atómico Kursk. Sin embargo el presidente Vladímir Putin, que guarda un extraño silencio, ha mantenido desde el primer momento inalterable su plan de vacaciones; permanece descansando en Sochi, en las costas del mar Negro, junto a su familia. Este accidente y la suerte de sus ocupantes podría acarrear serias consecuencias a sus planes militares, entre los que destaca la necesidad de potenciar la Marina con el fin de restablecer la presencia que tuvo en tiempos soviéticos.

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En Nochevieja, horas después de que Borís Yeltsin dimitiera de su cargo, Putin, flamante jefe de Estado en funciones, decidió ir a Chechenia para mostrar su solidaridad con los soldados que combatían en la república rebelde. Su vuelo en helicóptero casi terminó en accidente, debido al mal tiempo, pero el aparato aterrizó en la vecina Daguestán. Y aunque ya nadie esperaba a Putin en Chechenia, el presidente viajó por tierra. Conociendo este episodio, resulta extraño que ahora el presidente permanezca en Sochi sin desplazarse al mar de Bárens o Severomorsk, la base a la que pertenece el submarino nuclear Kursk.Putin está informado del operativo de rescate y de las ofertas de ayuda extranjera que ha recibido su Gobierno y que, en principio había rechazado por boca de su ministro de Exteriores, Ígor Ivanov. Este rechazo provocó una airada reacción ayer de Borís Nemtsov, líder de la derecha rusa. Nemtsov, que fue vicejefe de Gobierno con Yeltsin, dijo que la única justificación que puede tener Ivanov es estar cien por cien seguro de que el rescate será un éxito. Responsables del Pentágono aseguraron anoche que Moscú había solicitado la ayuda de la Alianza Atlántica, aunque la noticia no fue confirmada.

El Ministerio de Defensa ruso informó ayer de que un grupo de sus almirantes viajará hoy a Bruselas para consultar con sus colegas de la OTAN las posibles operaciones de rescate, aunque la conducida por la Marina rusa esté en marcha desde ayer.

Al realizar sus declaraciones, Nemtsov ya sabía que el almirante Vladímir Kurayédov, comandante en jefe de la Marina, había advertido de que los tripulantes del Kursk corren un serio peligro y que la operación de salvamento puede fracasar. Estas críticas del líder de la Unión de Fuerzas de Derecha no se dirigen sólo contrea Ivanov, van dirigidas contra el mismo presidente, que es quien toma este tipo de decisiones.

Durante su reciente visita a la base de Kaliningrado, Putin destacó la importancia de la Marina, que, según los planes de los estrategas militares rusos, debe convertirse en el eje de las fuerzas nucleares. Hasta ahora, las Fuerzas Estratégicas de Misiles, es decir, los misiles emplazados en tierra, eran un arma a parte que recibía la mayor partida del presupuesto militar ruso. Pero esta situación va a cambiar. Los estrategas opinan que los misiles nucleares emplazados en submarinos son más eficaces a la hora de romper una eventual defensa antimisiles como la que prepara Estados Unidos. El prestigioso periódico Nezavísimaya Gazeta ha informado de que el almirante Kuráyedov se mudará en breve al Kremlin para coordinar esas nuevas fuerzas nucleares.

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Pero el accidente del Kursk, que es capaz de transportar 24 misiles nucleares de crucero, puede aplazar estos planes. Si la causa real fue una explosión accidental y no una colisión, demostraría la existencia de serios problemas de seguridad en los modernos submarinos. Como dijo Iliá Klebánov, viceprimer ministro responsable del complejo de la industria militar, el Kursk es uno de los últimos que ha entrado en servicio (en 1995), y para que se produzca un accidente "tiene que haber causas sumamente serias".

La razón principal de estos desastres no es un secreto para nadie: la falta crónica de fondos se traduce en una reducción de las maniobras, en cientos de naves fuera de servicio, porque no pueden ser reparadas o mantenidas correctamente, o en tensiones debido al atraso en el pago de los sueldos.

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