PROCESO DE PAZ EN ORIENTE

La cumbre de Camp David llega a su fase decisiva con el regreso de Clinton

Bill Clinton regresó anoche de la cumbre del G-8 en Okinawa y se incorporó de inmediato a la cumbre de Camp David. "Tengo los dedos cruzados", dijo a los informadores nada más descender del helicóptero que le trasladó hasta Maryland. En su ausencia se ha avanzado parcialmente en problemas de segunda fila, pero la negociación sigue atrancada en el punto principal: Jesusalén. Según fuentes de la delegación israelí, hoy podrá saberse si el diálogo está condenado al fracaso o si puede haber un acuerdo en los próximos días.

El avión de Clinton aterrizó en las afueras de Washington a media ta...

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Bill Clinton regresó anoche de la cumbre del G-8 en Okinawa y se incorporó de inmediato a la cumbre de Camp David. "Tengo los dedos cruzados", dijo a los informadores nada más descender del helicóptero que le trasladó hasta Maryland. En su ausencia se ha avanzado parcialmente en problemas de segunda fila, pero la negociación sigue atrancada en el punto principal: Jesusalén. Según fuentes de la delegación israelí, hoy podrá saberse si el diálogo está condenado al fracaso o si puede haber un acuerdo en los próximos días.

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El avión de Clinton aterrizó en las afueras de Washington a media tarde de ayer; el presidente estadounidense embarcó directamente en un helicóptero para trasladarse a Camp David, sin pasar por la Casa Blanca. "Clinton no se va a parar a deshacer las maletas", dijo su portavoz.En la sede de la cumbre había ayer un ambiente "algo sombrío", según fuentes de ambas delegaciones, aunque todos consideraban suficiente logro el hecho de que los líderes siguieran allí.

Madeleine Albright, que el sábado recibió un fax con mensajes de ánimo firmados por algunos de los líderes en la cumbre del G-8, ha ejercido el papel que le correspondía como secretaria de Estado: anfitriona diplomática. Ha impulsado reuniones menores y ha evitado conscientemente que el debate más áspero -el reparto de la soberanía de Jerusalén- resucitase las pasiones más enemistadas y provocase el fracaso de la reunión.

Se ha limitado al papel de árbitro: organizó un partido de baloncesto entre los negociadores y se aseguró de que en los dos equipos se mezclaban israelíes y palestinos para que la cosa no acabara mal. Aunque Barak y Arafat no jugaron, no dejó de ser una nueva versión de la diplomacia del ping-pong, quemarcó la nueva era EEUU-China en los años setenta de Rixard Nixon.

Para preparar el regreso de Clinton, las dos delegaciones comenzaron a desplegar su estrategia habitual, que comienza a ser poco sofisticada: los israelíes dijeron que el grueso de su equipo tenía las maletas hechas y los palestinos recordaron que ellos fueron los que facilitaron una prórroga de la cumbre.

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Fuentes del equipo israelí aseguraban que Ehud Barak tenía ayer una "sensación pesimista" sobre el futuro de las reuniones. Esta delegación considera que hoy es la jornada más importante de la negociación, el día en el que puede haber ruptura definitiva o perspectiva de acuerdo. Si esta segunda opción es la que triunfa, el pacto se ultimaría antes del viernes, según los israelíes.

Antes de salir de Japón, Clinton aseguró que en su ausencia "ha habido un esfuerzo de los negociadores en muchas de las cuestiones pendientes. No sé si habrá o no habrá un acuerdo", dijo, "pero sé que han trabajado y no han perdido el tiempo. Pase lo que pase, habrán hecho progresos".

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