Imames y rabinos pugnan por atraer a Dios a su causa

Los representantes religiosos judíos y musulmanes toman partido en el proceso de paz a través de las plegarias.

Imames y rabinos de Jerusalén se enfrentan a una lucha sin cuartel para conseguir la intervención de Dios en las negociaciones que están teniendo lugar en Camp David. El pulso religioso, que estalló con toda virulencia este fin de semana, coincidiendo con la plegaria musulmana del viernes y la fiesta judía del Sabath, amenaza con emponzoñar y complicar aún más el conflicto que desde hace medio siglo enfrenta a israelíes y palestinos."Escúchanos, oh, Dios, escúchanos y preserva...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

Los representantes religiosos judíos y musulmanes toman partido en el proceso de paz a través de las plegarias.

Imames y rabinos de Jerusalén se enfrentan a una lucha sin cuartel para conseguir la intervención de Dios en las negociaciones que están teniendo lugar en Camp David. El pulso religioso, que estalló con toda virulencia este fin de semana, coincidiendo con la plegaria musulmana del viernes y la fiesta judía del Sabath, amenaza con emponzoñar y complicar aún más el conflicto que desde hace medio siglo enfrenta a israelíes y palestinos."Escúchanos, oh, Dios, escúchanos y preserva la tierra en las manos del pueblo de Israel e impide y frustra los planes de todos aquellos que planean incluso dar una pequeña parte de tierra a los extranjeros, escucha las plegarias de todos...", rezan desde hace poco menos de una semana todos los rabinos ultraortodoxos de Jerusalén, en un intento desesperado por bloquear el proceso de paz de Camp David.

Esta oración, difundida en todas las sinagogas de Israel y de la diáspora, lleva la firma del gran rabino Mordechai Eliyahu, ex responsable de la comunidad sefardí y que a principios de los años noventa presidió el Gran Rabinato de Jerusalén, la instancia religiosa más importante del mundo judío, a la que se accede por elección y que le colocó automáticamente al frente del Tribunal Rabínico de Israel.

El rabino Mordechai Eliyahu, uno de los más firmes y radicales dirigentes religiosos del mundo judío, milita en el Partido Nacional Religioso -la plataforma que agrupa a los 140.000 colonos de Cisjordania y Gaza-, pero su popularidad entre la comunidad seafardí -originaria mayoritariamente de los países árabes- la ha venido conservando, sobre todo, gracias a sus osadas intervenciones públicas, como las que le llevaron meses atrás a enfrentarse al papa Juan Pablo II, al que acusó de desacralizar el Sabath viajando por Tierra Santa durante el día sagrado del reposo, o a reclamar al fallecido presidente sirio Hafez el Asad la entrega de la ciudad de Damasco, como parte integrante de la Tierra Prometida.

La oración del rabino Eliyahu contra el proceso de paz deberán repetirla a diario todos los fieles, hasta nueva orden, cada mañana cuando se levanten, de pie junto a la cama, como parte integrante de la rutinaria amida, que significa oración de pie.

Pero, además, este pasado Sabath el rabino pidió a todos los piadosos que enciendan dos velas suplementarias y reciten ante ellas una segunda y más contundente oración en la que se reclama a Dios que "frustre los consejos y dañe los proyectos de todos aquellos que planeen un plan endiablado contra tu nación la casa de Israel".

Conocer lo que pasa fuera, es entender lo que pasará dentro, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

La plegaria del rabino Mordechai Eliyahu, difundida incluso por Internet y repetida hasta la saciedad por las ondas de la emisora Aruz7, la radio pirata del movimiento colono, tiene su contrapunto en el rezo que el imam Yusef Salameh efectuó el pasado viernes desde la mezquita de Al Aqsa, en la Ciudad Santa, desde donde no dudó en echar una mano a Yasir Arafat y reivindicó la capitalidad de Jerusalén para el futuro Estado de Palestina.

"Os digo a todos vosotros, árabes y palestinos, que estamos aquí desde hace más de 5.000 años y que Jerusalén es la sola capital para los palestinos. Jerusalén siempre será una ciudad árabe y palestina", repitió una y otra vez este imam, amigo personal de Yasir Arafat, desde lo alto del púlpito, mientras millares de fieles ocupaban la explanada y asentían en silencio, para gritar después de manera unánime la frase ritual Alá Akbar (Dios es el más grande).

En medio de la polémica y de los rezos de judíos y musulmanes, como si se sintieran obligados a romper su silencio, el patriarca ortodoxo griego de Jerusalén Theodosos I, el armenio Tarkum Manogian y el latino Michel Sabbah, enviaron ayer domingo una carta al presidente estadounidense, Bill Clinton, en la que piden, en nombre de todas las iglesias de Tierra Santa, que se "alcance un compromiso justo que proteja los derechos de los palestinos y haga de Jerusalén una ciudad de paz y reconciliación".

Archivado En