Reportaje:EMPRESA - Inaza Duvisón HansDatos de interés

Esta fábrica de butacas de autobuses es la única en toda Andalucía El asiento inquieto de Duvisón Hans

El señor Duvisón Hans es piloto de aviones pero nunca ha ejercido como tal. Su familia siempre tuvo coche así que, hasta los 25 años jamás había montado en un autobús. Entonces, ¿por qué un día decide montar una empresa para fabricar asientos de autobuses? Cosas de la vida. Tenía un amigo que pintaba las carrocerías de los autocares y de ahí surgió la idea. En España sólo hay cuatro empresas de estas características. Una de ellas está en Andalucía gracias a este hombre, Juan Manuel, que todavía conserva los apellidos y el tesón alemanes que dejaron en su tierra los colonos germanos que se asen...

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El señor Duvisón Hans es piloto de aviones pero nunca ha ejercido como tal. Su familia siempre tuvo coche así que, hasta los 25 años jamás había montado en un autobús. Entonces, ¿por qué un día decide montar una empresa para fabricar asientos de autobuses? Cosas de la vida. Tenía un amigo que pintaba las carrocerías de los autocares y de ahí surgió la idea. En España sólo hay cuatro empresas de estas características. Una de ellas está en Andalucía gracias a este hombre, Juan Manuel, que todavía conserva los apellidos y el tesón alemanes que dejaron en su tierra los colonos germanos que se asentaron en Sierra Morena. Duvisón levantó la nave hace 17 años en Cañada Rosal (Sevilla) y ahí sigue. Empezó reparando los asientos y hoy los fabrica desde el reposacabezas al reposapiés, y, ríanse, un asiento de estos es un puzle de unas 400 piezas. Cada una de ellas necesita un molde propio, así que, para sacar el modelo se necesitan unos dos años y alrededor de 150 millones de pesetas. Después viene lo más fácil. En Inaza trabajan unas 40 personas, 10 de ellas en sus casas, confeccionando las tapicerías. El 50% de los empleados provienen de la agricultura, como el propio Duvisón.

Los diseños los hacen en Barcelona y en Sevilla y a partir de esa idea, homologaciones mediante, comienza el proceso de fabricación, cada vez más complejo. La pesadilla de los empresarios de este sector es conseguir asientos que no hagan ruido cuando el motor de 400 caballos los centrigufa durante los viajes. Un simple tornillo suelto puede atormentar el más deseado de los trayectos. Salvado este extremo, los asientos pueden ser más duros o más blandos, más anchos, como exige la normativa brasileña o con almohadillas hasta en los reposabrazos como imponen en Israel. La tercera y última normativa es la occidental o europea. Pero hay una legión de homologaciones que cumplir. La última que se discute es la de los cinturones de seguridad, un debate que aparece y desaparece cada vez que hay un accidente de trágicas consecuencias. Esta vez parece que va más en serio, pero, según dice Duvisón, los que opinan que sería beneficioso y los que piensan todo los contrario, no alcanzan un acuerdo.

"La empresa te tiene que gustar. Yo vivo por y para ella y llevo comiendo bocadillos de queso y latas de atún desde que tenía 16 años. Vivo aquí". Duvisón es soltero y tiene un microondas en la nave para calentar "cualquier cosa". Desde que llega al trabajo se coloca el mono y hasta la noche. Quizá por eso la empresa ya ha colocado una filial en Méjico e iniciará la misma aventura en breve por tierras brasileñas. Inaza vende a las fábricas de autobuses, la mayoría radicadas en el norte de España, pero también a una factoría cordobesa. Suráfrica, Marruecos, Portugal y Egipto culminan la lista de clientes. Casi nada.

Pero hay otra fórmula para vender más y a más sitios. Por ejemplo, si el Ayuntamiento de Sevilla, que compra sus autobuses urbanos en Zaragoza, exige que los asientos sean los de Inaza, pues así se haría. Pero no se hace, porque dicho consistorio ni siquiera ha recibido a Duvisón para llegar a un acuerdo, lamenta el propietario de la fábrica. "Y eso que somos sevillanos".

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Ellos lo pierden porque, según este empresario, los mejores asientos de autobuses urbanos se hacen en Cañada Rosal, y los más cómodos. Otras empresas tienen mejores acabados, más brillo, pero los nuestros son más cómodos". Y eso, ¿cómo se nota? "Sentándose", sentencia rotundo Duvisón.

¿Y de precios? Un asiento puede costar entre seis mil y 30.000 pesetas. Con esto, y mucho trabajo, Inaza facturará en 2001 cerca de 1.000 millones de pesetas. Han hecho asientos para autocares de hasta 102 plazas. "Y yo soy una pulga al lado de las otras empresas españolas". Duvisón no oculta su admiración por el trabajo que desarrollan su colegas del norte, vascos y catalanes. "Los empresarios y trabajadores del sur vamos cambiando, pero cuando uno del norte certifica que su trabajo está correcto, nadie lo revisa, porque no es necesario, no tiene una pega".

Admira el oficio del norte pero no oculta las virtudes que tiene su empresa. Y las que no tiene, esos acabados menos perfectos, es "por falta de dinero". Su fábrica nació de la nada y a los 20 días se quemó. Hoy sus asientos viajan por medio mundo.

CARMEN MORÁN

DirecciónPolígono Las Higueras

41439 Cañada Rosal (Sevilla) Tf: 954 839 013

Empleos

40

Facturación

500 millones

Producción

Asientos para 400 autobuses al año

Este empresario tiene clientes repartidos por medio mundo y pronto abrirá una delegación en Brasil

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