La UE disminuye su ayuda a la cooperación para Latinoamérica

El comisario europeo de Relaciones Exteriores, Chris Patten, se ha recorrido varias veces el mundo desde que ocupa el cargo hace más de nueve meses. Aún no ha viajado a Latinoamérica. Promete hacerlo el próximo otoño. Niega que Bruselas haya perdido interés por la zona, pese a que es una realidad aritmética que en los próximos años los países latinoamericanos pagarán los platos rotos de la mayor contribución comunitaria a la reconstrucción de los Balcanes. Aproximadamente un 10% de recortes, porcentaje superior al de Asia y el Mediterráneo.España se ha convertido en el valedor de los latinoame...

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El comisario europeo de Relaciones Exteriores, Chris Patten, se ha recorrido varias veces el mundo desde que ocupa el cargo hace más de nueve meses. Aún no ha viajado a Latinoamérica. Promete hacerlo el próximo otoño. Niega que Bruselas haya perdido interés por la zona, pese a que es una realidad aritmética que en los próximos años los países latinoamericanos pagarán los platos rotos de la mayor contribución comunitaria a la reconstrucción de los Balcanes. Aproximadamente un 10% de recortes, porcentaje superior al de Asia y el Mediterráneo.España se ha convertido en el valedor de los latinoamericanos en la Unión Europea (UE) y no dudará en elevar al Consejo de Ministros, si es necesario, su protesta. En el blanco de los ataques está el comisario Patten, conservador británico, a quien se le acusa de "creciente desinterés" por una región con la que se "comparte cultura y valores comunes y es socio estratégico". En su gabinete no comprenden las quejas y desmienten que no haya interés.

De la importancia que la UE concede a Latinoamérica valgan como ejemplos el fuerte aumento experimentado por las inversiones europeas en la última década, los acuerdos de asociación suscritos con varios países durante los periodos en los que de esa zona se ocupaban comisarios españoles (Abel Matutes y Manuel Marín), el acuerdo de libre comercio con México o el mandato de los Quince para negociar otro más ambicioso con los países de Mercosur y Chile.

Todo ello desembocó en la primera cumbre UE-América Latina (Río de Janeiro, junio 1999), a la que seguirá otra en el primer semestre de 2002, en España, coincidiendo con su presidencia europea. Fuentes diplomáticas españolas afirman que la Comisión no ha hecho nada para impulsar las conclusiones de Río. El Ejecutivo acepta a medias la crítica. Dice que en septiembre estará preparado un documento estratégico.

Degradación

"Sentimos que hay una degradación de la cooperación comunitaria con América Latina", opina un diplomático español. "La Comisión está adoptando una peligrosa política de demolición sin poner recambios". También en el Parlamento, eurodiputados españoles disparan con bala contra el ex gobernador de Hong Kong.España critica, además del recorte de las perspectivas financieras para los próximos seis años, la eventualidad de que Bruselas archive los fructíferos programas de cooperación económica descentralizada en materia de empresa, educación, energía y administración pública con las naciones latinoamericanas. Un alto funcionario comunitario desmiente que esos programas vayan a ser suspendidos: "Quizá alguno, pero ciertamente no todos", dice.

Lo que sí es innegable es que en el maremágnum que el Ejecutivo vive desde la crisis y dimisión de la anterior Comisión (marzo 1999), la inseguridad que generó la gestión de programas y la llegada del equipo de Romano Prodi (septiembre 1999), la dirección para América Latina está sufriendo una auténtica sangría. Ese departamento ha visto reducido a menos de la mitad el número de funcionarios (de un centenar en 1998 a 45 a día de hoy).

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La Unión aprobó en el presupuesto de 1999 un monto de 323,5 millones de euros para Latinoamérica, inferior a los 335,1 millones del ejercicio 2000 para los capítulos de ayuda al desarrollo, cooperación económica, reconstrucción y refugiados. Pero para 2001 propone una suma de 305 millones. Bruselas argumenta que los recortes son escasos y que, en realidad, se trasvasa dinero de capítulos que ya no son activos (como el de refugiados) a otros.

Un elemento más de preocupación ha sido la suspensión, desde enero, del llamado programa ECIP de inversiones en países en desarrollo, que afecta también a los latinoamericanos.

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