Los estudios revelan que la integración amortiguaría la caída de los márgenes de intermediación

Los estudios técnicos sobre la fusión de las dos grandes cajas de ahorros valencianas han sido en la última década tan numerosos como inútiles. La estrategia de concentración financiera, tan en boga en la década de los 80, sirvió para simplificar considerablemente el mapa de cajas en la Comunidad. Las 12 entidades de entonces se reducían mediados los 90 a cuatro entidades -Bancaixa, CAM, Caixa Carlet y Caixa Ontinyent-. Desde entonces cualquier nuevo intento de agruparlas ha sido en vano. Si las pequeñas se han resistido a disolverse dentro de las grandes, éstas sostienen desde hace años una d...

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Los estudios técnicos sobre la fusión de las dos grandes cajas de ahorros valencianas han sido en la última década tan numerosos como inútiles. La estrategia de concentración financiera, tan en boga en la década de los 80, sirvió para simplificar considerablemente el mapa de cajas en la Comunidad. Las 12 entidades de entonces se reducían mediados los 90 a cuatro entidades -Bancaixa, CAM, Caixa Carlet y Caixa Ontinyent-. Desde entonces cualquier nuevo intento de agruparlas ha sido en vano. Si las pequeñas se han resistido a disolverse dentro de las grandes, éstas sostienen desde hace años una dura pugna por liderar el proceso. Desde entonces, el organigrama de cajas de ahorros no ha variado, más por motivos políticos que técnicos. Mientras las grandes cajas de ahorros españolas iniciaban procesos de fusión hasta quedar una sola entidad por comunidad autónoma; aquí las dos grandes cajas valencianas, con una cuota del 50% del sector financiero, establecieron estrategias de crecimiento dirigidas a frustrar cualquier operación futura de fusión.

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Los estudios que ahora surgen de nuevo de los cajones, el de la CAM, confeccionado por Boston Consulting, y el de Bancaixa, de Arthur Andersen -consultora de la que procede el director general, Fernando García Checa- hacen hincapié en algo obvio en el sector financiero, como evidencian las fusiones o absorciones que ha protagonizado la banca española para ganar en fortaleza y competir en Europa y Latinoamérica, y es que los márgenes de intermediación -la diferencia entre los costes y los ingresos- caerán brutalmente en los próximos cinco años. Y los estudios, tan celosamente guardados por Bancaixa y la CAM, apuntan a que la fusión permitirá una racionalización de los costes financieros y, por tanto, mejorará la rentabilidad de la caja resultante.

En el informe encargado por Bancaixa se apuesta, tras una larga lista de considerandos, por la fusión sin excesivas reservas; mientras en el realizado por la CAM se advierte de que la solución no pasa necesariamente por una fusión, sino que se podrían alcanzar iguales logros con políticas de asociación o colaboración con otras entidades financieras, ya sean valencianas o foráneas. Con este planteamiento no se perdería ni la marca comercial propia ni la autonomía de gestión. En círculos políticos relacionan la postura defensiva de la CAM con la inferioridad de condiciones con que la entidad alicantina abordaría un proceso de fusión con Bancaixa, caja que exige para sí la preponderancia de la futura caja de ahorros.

De poco han servido en esta eterna disputa por la hegemonía de la entidad resultante los pronunciamientos de sucesivos expertos financieros. Desde José Barea, que anteayer recomendaba de nuevo la fusión, a la Confederación Española de Cajas de Ahorros (CECA), favorable a las políticas de concentración, y a la que pertenecen tanto la CAM como Bancaixa.

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